Un niño acusado de atacar a Carabineros en La Araucanía
El Desconcierto
Un violento
allanamiento a su hogar dejó a Silvestre Torres con cinco impactos de
perdigones en su cuerpo. Con una atención médica precaria, fue la
gestión de recursos a través de redes sociales la que logró reunir
medicamentos para tratar sus heridas. Desde la ONG "Emprender con Alas"
aseguran que con estos casos "algún día habrá terrorismo de verdad en la
región".
A las 11 horas del miércoles 31 de mayo citó el
Juzgado de Collipulli a Silvestre Torres Toro, de 14 años de edad,
imputado por porte ilegal de armas, tráfico de drogas e intento de
homicidio.
Desde el 20 de abril pasado Silvestre vive con cinco perdigones disparados por carabineros en su pierna izquierda,
uno de los cuales está parcialmente incrustado en la rótula y otro
peligrosamente cercano a la arteria femoral, según el médico cirujano
que lo atendió en Santiago.
“Basta conocer a la familia y el
entorno de Silvestre, o haber visitado su casa, devastada por la acción
de carabineros el día que el niño fue herido, para darse cuenta del sin sentido de la acusación”,
dice Rayenko Sayen, responsable del Área de Salud ante las comunidades
mapuche (Wallmapu) de la ONG educativa “Emprender con Alas”.
Según el texto del recurso de protección presentado por Vanesa Hermosilla,
directora de “Emprender con Alas”, los hechos ocurrieron del siguiente
modo: “(…) el día 20 de abril a las 17 horas se produce un
allanamiento a su hogar en calle Comunidad Huequillen sector Antinao
comuna de Ercilla. En este operativo ingresan al hogar más de 20
carabineros uniformados de fuerzas especiales disparando y apuntando en
todo momento a la familia. Es así como Silvestre recibe los impactos
de perdigones en su pierna izquierda, los impactos se realizan entre 5 y
7 metros de distancia del menor, quien se encontraba en el patio de la
casa”.
Atención médica precaria
Tras ser herido, Silvestre
fue en primera instancia llevado por Carabineros a la Posta de
Collipulli y luego al Hospital de Angol, donde permaneció internado por
10 días sin que los perdigones fuesen extraídos. Una vez de alta,
presentó una infección en sus heridas que le impedía caminar. Lo llevaron al Cesfam de Ercilla, donde sus familiares sostienen que “se le negó atención médica”.
“A esas alturas –afirma Rayenko Sayen- nuestra ONG estaba involucrada en el caso
y la madre de Silvestre, que siente que se expresa con dificultad, me
pidió la acompañara al hospital de Angol, pensando que podría ayudar a
explicar los síntomas y agilizar así la atención”.
Sayen relata que ingresó a conversar con el médico Luis Sepúlveda Núñez quien, tras escuchar las circunstancias en que Silvestre fue herido, reaccionó con particular violencia:
“Se paró tan violentamente que tiró su silla, me gritó que yo no tenía por qué estar ahí y nos conminó a gritos a salir del hospital o nos haría echar con los guardias”, recuerda.
El niño herido se quedó con su padre, quien relata que el
iracundo médico no atendió las heridas infectadas de Silvestre,
limitándose a emitir una orden de interconsulta para un escáner. Además informó que no había disponibilidad de horas para dicho examen hasta dentro de dos meses.
Inventar soluciones
Silvestre volvió a su casa, a 90 kilómetros de Angol, aún con las heridas infectadas.
Manuel Montenegro, del directorio de “Emprender con Alas” y
representante de la ONG ante las comunidades mapuche relata: “Entendimos
que el riesgo de que las infecciones llegaran a septicemia era inminente.
Y decidimos que si no había soluciones viables, tendríamos que
inventarlas. Junto a Rayenko asumimos las curaciones lo mejor que
pudimos, con la orientación de médicos amigos”.
Los insumos para las
curaciones y antibióticos prescritos se obtuvieron mediante aportes
voluntarios generados vía redes sociales y contribuciones de la
comunidad. En paralelo, establecieron contacto con el Dr. Carlos Cid
en Santiago y reunieron mediante colectas aportes para trasladarse a la
capital, en busca de la atención médica que en la región no estaba
disponible.
Terrorismo de verdad
Silvestre
Torres Toro es uno de los ocho hermanos de la familia formada por Juan
Bautista Torres, que trabaja como obrero agrícola y Guillermina Toro,
dueña de casa. Integra también la familia la abuela de 100 años. Y residen en una comunidad mapuche pues los ligan a ellos lazos familiares.
Manuel Montenegro
recuerda el violento procedimiento que tuvo Carabineros en ese hogar:
“No hay razón atendible para el allanamiento realizado. La señora
Guillermina fue obligada a sumergirse en una acequia en busca de armas
que, obviamente, no encontraron. Don Juan Bautista y sus hijos mayores fueron golpeados, la casa arrasada
y como resultado del allanamiento, lo que los carabineros se llevaron
fue: abarrotes; cuatro celulares, un computador, tres mochilas nuevas,
herramientas de trabajo agrícola, incluida una motosierra y…$170.000,
que eran el sueldo de don Juan Bautista”.
Sostiene que las
fuerzas policiales no portaban orden judicial y reclama que toda la
familia, incluida la abuela de 100 años y un menor de 5; fueron forzados
a permanecer de boca tirados en el patio, donde el padre y sus hijos varones fueron golpeados.
Mientras
revisa las fotos que muestran perdigones incrustados en las maderas de
la casa y los árboles aledaños, así como el caos al interior tras el
allanamiento, Montenegro reflexiona: “Dicen que hay terrorismo en la
región. Hoy las fuerzas especiales están instaladas en el que fue el
Liceo Politécnico de Pailahueque, que era un internado para niños
mapuches. No sé dónde estudian ahora esos niños, pero sé que si siguen viviendo experiencias como la de Silvestre, algún día aquí habrá terrorismo de verdad”.
El 18 de mayo, cuando Silvestre viajó Santiago, junto con presentar el recurso de protección, entregaron una carta dirigida a la Presidenta Bachelet, informándole del caso. El tema fue derivado al ministro del Interior y la familia aún espera respuesta.
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