Emir Sader
Ya no son más congresos de elaboración
de programas para intentar llegar a la presidencia del país. Ya no son
más congresos de un partido en el gobierno, haciendo balances y
proyectando pasos futuros.
El Partido de los Trabajadores (PT), que inicia ahora su sexto
congreso, es un partido que se ubica entre un denso pasado reciente, con
los gobiernos que más han transformado positivamente a Brasil y las
perspectivas inmediatas abiertas de poder retomar ese camino, a partir
de las experiencias adquiridas y de los reveses sufridos. Un congreso
que se realiza con un partido fuera del gobierno, con la responsabilidad
del balance de las conquistas y de las razones de los reveses, no para
quedarse amarrado a ese pasado, sino para prepararse para una nueva
disputa por el gobierno del país.
Un congreso que ha transcurrido de forma muy consensual, en contra de
las expectativas de los que esperaban un conflicto generalizado, lleno
de rupturas, después de los tropiezos y las visiones diferenciadas sobre
el pasado reciente y sobre el futuro del partido y de Brasil. Un
congreso que se reúne lleno de vigor de las experiencias positivas, pero
también de derrotas, que dejan heridas.
Un partido visiblemente más viejo, con bancadas parlamentarias
menores, con menos alcaldes, que trae en su cuerpo las marcas de la
ofensiva de la derecha en contra del PT. Pero, en compensación, un
partido que posee las más importantes experiencias –positivas y
negativas– que un partido puede tener, como material de reflexión, de
balances, de formulación de nuevas perspectivas.
Tiene asimismo en el liderazgo de Lula, como su principal elemento de
continuidad, una trayectoria que refleja los caminos trillados por el
partido desde su fundación. No sólo es el más grande líder del partido,
el más grande partido de izquierda, sino también el más grande líder
popular de la historia de Brasil.
Se puede afirmar que el Congreso no contendrá un balance tan profundo
como sería necesario, por todas las novedades que el camino trillado
por el partido en el gobierno trajo, así como por el indispensable
balance de los errores que han llevado a la derrota reciente. Si el
periodo histórico actual se hubiera cerrado con una derrota de largo
plazo, probablemente esta sería la agenda esencial del congreso.
Pero el congreso –que lleva el nombre de Marisa Leticia,
esposa recién fallecida de Lula– está a medio camino entre ese pasado
que hace poco se ha cerrado y la posibilidad abierta de un futuro con
nuevas opciones del partido para volver a ser protagonista de un nuevo
gobierno popular. Los balances son hechos así en la perspectiva más
inmediata de las lecciones para calificar el partido para proponer
alternativas de futuro posible en plazos relativamente cortos. Por ello
el congreso tiene un pie en el pasado, con las lecciones positivas y
negativas, y otro en el futuro.
El PT ya no realiza su Congreso como partido que nunca había tenido
la posibilidad de dirigir el país, como eran sus primeros congresos, en
medio de todas las candidaturas derrotadas de Lula. Y tampoco es el
partido que hace balances de sus experiencias en el gobierno.
En su capacidad de hacer un balance no suficientemente exhaustivo,
pero suficiente para corregir los errores y volverse hacia la
formulación de alternativas de un futuro renovado para Brasil, está el
desafío del sexto congreso nacional del PT.
Si la continuidad del liderazgo y de la hegemonía de Lula sobre el
conjunto del partido es una realidad incuestionable, habrá renovación en
la presidencia del PT, con la proyección de un nuevo liderazgo, en la
elección probable de la joven y combativa senadora Gleisi Hoffmann como
nueva presidenta del partido, apuntando hacia la necesidad del partido
de renovar, en las practicas y en sus plataformas, en la incorporación
de nuevas generaciones y en la forma de actuar interna y externamente,
en el discurso y en la realidad concreta.
Será, de cualquier manera, una expresión imponente de mas importante
partido que la izquierda brasileña ha producido, y uno de los más
importantes partidos de la izquierda de America Latina y del mundo en la
actualidad, que tiene en la figura de Lula su imagen mas expresivo.
Incluso porque si el PT no se limita a Lula, tampoco puede ser
desvinculado de la trayectoria impresionante de ese líder
extraordinario, en cuyo destino se refleja no sólo el futuro del PT,
sino del mismo Brasil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario