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sábado, 8 de abril de 2017

De Seattle a San Francisco, de Albuquerque a Raleigh, municipios de EE.UU. se suman a la lucha para dejar sin capital al polémico oleoducto


Ciudades retiran miles de millones de dólares depositados en los bancos que respaldan el Oleoducto de Dakota del Norte

The Nation

Traducido del inglés para Rebelión por César P. Guidini Joubert

Victoria de la tribu sioux de Standing Rock. El gobierno municipal de Seattle acuerda retirar los fondos depositados en el banco Wells Fargo en protesta por el préstamo concedido para el proyecto del Oleoducto de Dakota del Norte. 7 de febrero de 2017 (Foto AP/Elaine Thompson)
El pasado mes de septiembre, mientras los defensores del agua [i] se enfrentaban a la policía militarizada en las llanuras fluviales de Dakota del Norte, un grupo de activistas de la ciudad de Seattle [ii] se puso en marcha para conseguir que el municipio retirara los depósitos colocados en los bancos que respaldan la construcción del Oleoducto de Dakota del Norte (Dakota Access Pipeline (DAPL)) [iii] . Se buscaba, fundamentalmente, cortar los vínculos que mantiene la institución municipal con el banco Wells Fargo, el leviatán de Wall Street, que se ha mostrado sumamente generoso y servicial con las sociedades que llevan la ejecución de la obra.
Desde el comienzo, los activistas de la ciudad de Seattle sostuvieron que esa iniciativa era la chispa que encendería una campaña nacional de retirada de depósitos y querían que sirviese de ejemplo para los demás. Uno de los principales promotores de la campaña en contra del oleoducto es Matt Remle [iv] , quien pertenece a la tribu sioux de Standing Rock [v] y explica que se sabía que si conseguían triunfar en Seattle, el movimiento se extendería al resto del país.
La campaña de retirada de depósitos contó con aliados en el seno del gobierno de la ciudad, sobre todo, la edil Kshama Sawant [vi] , a la hora de redactar y hacer que se aprobara una ordenanza [vii] por la cual, en el futuro, la institución municipal tendrá prohibido colocar depósitos y mantener tratos comerciales con el Wells Fargo. El propósito es ambicioso, pues Seattle tiene estrechos lazos con el banco, que se encarga de administrar anualmente unos tres mil millones de dólares de las arcas municipales.
Remle relata que, al principio, los demás ediles no estaban muy dispuestos a aceptar que se debatiera el proyecto de ordenanza [viii] , y entonces los seguidores de la campaña decidieron ejercer presión. Así se consiguió llenar el recinto del Consejo Municipal , y además de dar testimonio en las audiencias públicas y manifestarse ante las sucursales del Wells Fargo, celebraron una fiesta durante la cual los asistentes llamaron con insistencia al teléfono del presidente del Consejo, pero sin perder los buenos modales.
El 7 de febrero los resueltos enemigos del Oleoducto de Dakota del Norte consiguieron lo que querían: el Consejo Municipal aprobó por unanimidad la ordenanza por la que se dan por terminados los vínculos de la ciudad con el Wells Fargo. Los legisladores municipales condenan los “actos de mala fé” [ix] en el ejercicio del comercio que comete el banco y también el negocio en torno al oleoducto y declaran que no se reanudará la relación con el coloso de la banca cuando, en 2018, toque prorrogar el contrato vigente. Queda por acordar si se escogerá otro banco o una cooperativa de crédito.
La ordenanza de Seattle constituyó una gran victoria que ganó la campaña en contra del Oleoducto de Dakota del Norte, pero apenas marcó el principio, pues como explica la edil Sawant, desde que fuera aprobada esa norma centenares de activistas de todo el país se comunicaron con los organizadores de Seattle, por correo electrónico y las redes sociales e, incluso, por teléfono para que les explicaran cómo habían hecho para ganar, cómo crearon el movimiento y qué se podía hacer en las demás ciudades.
La edil Sawant, que es una dirigente resuelta y que intervino personalmente en toda la actividad y en las manifestaciones callejeras, señala asimismo que el grupo de Seattle se preparó para atender todas esas inquietudes y, con ese fin, se redactó una guía de campaña que indica paso a paso el modo de conquistar el gobierno municipal. También se creó un sitio de Internet en el que se explica la manera de lanzar la campaña de retirada de depósitos. Además de todo eso, se atendieron cientos de llamadas telefónicas de partidarios del cierre del Oleoducto de Dakota del Norte, que procedían de todo el país.
El ejemplo de Seattle prendió en ciudades como San Francisco, Los Ángeles, Nueva York [x] , Bellingham, Raleigh, Albuquerque y hasta en Berlín, en las que también se pone en marcha la campaña de retirada de depósitos en solidaridad con la tribu sioux de Standing Rock.
Jackie Fielder [xi] es una india sioux de las tribus Hidatsa y Cheyenne River, que vive en San Francisco y que, estimulada por la ordenanza de Seattle, decidió que había que hacer lo mismo. A comienzos del mes de febrero, reunió a un grupo de integrantes de asociaciones de indígenas y de defensores de la naturaleza y creó la coalición “Defund DAPL” [“¡Ni un dólar para el Oleoducto de Dakota del Norte!”] [xii] . No había pasado un mes, cuando, el martes 14 de febrero, la coalición consiguió la primera victoria de importancia: el órgano legislativo de San Francisco aprobó un acuerdo por el cual se indica al Departamento de Hacienda que establezca un catálogo de principios de justicia social que deberán regir todas las transacciones comerciales, presentes y futuras, que celebre el municipio de la ciudad con el fin de erradicar a los usureros que lucran con el Oleoducto de Dakota del Norte. Según se calcula, a las sociedades que tienen vínculos con el Oleoducto de Dakota del Norte les corresponde el 12 por ciento de la cartera de colocaciones que posee el municipio de San Francisco, o sea, la cifra de 1.200 millones de dólares.
Fielder opina que dicho acuerdo es apenas la salva inaugural, pues la coalición se propone que la institución municipal ponga término a la antigua relación que mantiene con el Bank of America, que administra todos los años diez mil millones de dólares del dinero de la ciudad. Igual que el Wells Fargo, el Bank of America es una de las entidades que facilita una línea de crédito por valor de varios miles de millones de dólares a las compañías que construyen el Oleoducto de Dakota del Norte. La coalición urge al gobierno municipal, de corte progresista, a que busque sin demora una institución de crédito que sea más permeable a los principios de la justicia social.
A finales de febrero, los órganos de gobierno de otras dos ciudades de California, Davis y Santa Mónica, también acordaron romper los lazos con el Wells Fargo. Davis retirará los 124 millones de dólares que tiene depositados en el banco y los colocará en otro y, por su parte, Santa Mónica estudia hacer lo propio con sus mil millones de dólares.
Los núcleos urbanos de la Costa Occidental de los Estados Unidos constituyen la punta de lanza de la enérgica campaña de retirada de depósitos, pero no están solos. En la ciudad de Albuquerque (Nuevo México), un grupo de activistas que había ido en misión de solidaridad a Standing Rock regresó con ganas de “continuar la lucha en la ciudad”, según relata Maya Rommwatt, que pertenece a un grupo ecologista del municipio. Gracias al apoyo de la sección local del Sierra Club [xiii] y del Movimiento Indio de los Estados Unidos [xiv] , y de otras asociaciones, se comenzó a poner en marcha un movimiento para reclamar al gobierno municipal y al del condado que se le dé la patada al Wells Fargo, como lo hicieron en Seattle. El Wells Fargo es la principal institución de crédito con la que trabaja el condado y, por su parte, en junio de 2016, el municipio tenía más de 500 millones de dólares colocados en el banco
A todo eso, en la ciudad de Raleigh (Carolina del Norte) también prendió la idea de romper con el Wells Fargo. El ejemplo de Seattle impulsó a hacer algo a Elizabeth Miller, quien trabaja para una compañía de informática y que llevaba meses siguiendo la protesta de Standing Rock. Aunque no goza de una posición económica boyante y tiene que trabajar todo el día, pensaba que era poco lo que ella podía hacer, pero cuando se enteró de la noticia de Seattle reflexionó que, sin duda, eso mismo estaba al alcance de su mano.
El día después de la victoria de Seattle Miller llamó a Matt Remle y le pidió consejo, aprovechando la vasta experiencia de ese activista. Gracias al apoyo de la sección de 350.org [xv] , presentó una petición de consulta de los archivos oficiales de la ciudad y así se supo que el municipio trabaja con el Wells Fargo. El mes pasado [enero] intervino ante el Consejo Municipal y solicitó que se redactara una ordenanza de principios de justicia social que deberían regir los tratos comerciales del municipio y por la cual se prohibiera contratar con las compañías que explotan los combustibles fósiles y con las que estén implicadas en la vulneración de los derechos humanos. Los ediles progresistas acogieron favorablemente la moción y, a la fecha, ella se dedica a redactar el proyecto de ordenanza que presentará ante el órgano legislativo de la ciudad.
A la fecha no se puede pasar por alto la cifra que alcanza la retirada de depósitos, pues sumando solamente las ciudades de Davis, Santa Mónica y Seattle, las tres que acordaron romper tratos con el Wells Fargo, el banco habrá perdido 4.000 millones de dólares largos, entre depósitos, comisiones y demás conceptos. Hay que reconocer que esa cifra representa una ínfima parte del millón de millones (1.000.000.000.000) de dólares que recibe en depósito el banco todos los años , pero no quiere decir que la campaña de retirada de depósitos en protesta por el Oleoducto de Dakota del Norte tenga valor meramente simbólico.
Los movimientos necesitan impulso y, desde ese punto de vista, se está en presencia de un acontecimiento verdaderamente importante. Así lo atestigua la edil Sawant, quien explica que la lucha contra el cambio climático, la lucha por dar nueva orientación al planeta y al medio natural, la lucha por los derechos de los oprimidos obliga a pelear contra toda la estructura que forman la oligarquía de los bancos y la industria del petróleo. Reflexiona que no es poca cosa, sino todo lo contrario, que surja un movimiento dirigido por indígenas y por defensores de la naturaleza y que pueda dar tal golpe a una rama de esa oligarquía. Se trata, en efecto, de un inmenso paso adelante [xvi] .
Jimmy Tobias es periodista y escribe sobre el problema de la contaminación y la conservación de la naturaleza [xvii] .
 
Notas del Traductor:
[ii] La ciudad de Seattle posee larga tradición en la historia de la lucha de clases de los Estados Unidos. Allí se desató, en 1919 y por influencia directa de la Revolución de Octubre, la primera huelga general de la historia de los Estados Unidos ( http://www.prole.info/texts/seattle1919.html ) ( https://en.wikipedia.org/wiki/Seattle_General_Strike#cite_note-1 )
( http://depts.washington.edu/labhist/strike/anderson.shtml ). En ese mismo año, los estibadores de la ciudad y también del de San Francisco se negaron a cargar una remesa de armas destinada al ejército del Almirante Kolchak, que combatía a los bolcheviques en Siberia.
No lejos de Seattle, en el vecino estado de Oregón, queda Portland, la ciudad en la que, también en 1919, se formó un “soviet” de breve vida, a semejanza de la Rusia soviética ( https://www.jstor.org/stable/40492028?seq=1#page_scan_tab_contents ). Allí nació John Reed, el periodista que narró las jornadas de Octubre, Diez días que conmovieron al mundo ( http://www.biblioteca.org.ar/libros/142524.pdf ) y la Revolución Mexicana, México insurgente ( http://www.sicapacitacion.com/lib/Reed,%20John%20-%20Mexico%20insurgente.PDF ). En los últimos años, hay que destacar la “Batalla de Seattle” (1999), que influyó en todo el mundo y marcó un punto de inflexión en la historia de los últimos años ( https://es.wikipedia.org/wiki/Contracumbre_de_Seattle ).
[vii] Texto íntegro de la ordenanza municipal:
[viii] La edil Sawant explica los entretelones del acuerdo:
[ix] El autor hace referencia al escándalo en el que se vio envuelto el banco:
[x] El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, también apoya la campaña de boicot a los bancos y las compañías que están relacionados con el Oleoducto de Dakota del Norte:
[xvi] Las ciudades de Minneapolis y Filadelfia debaten sumarse a la campaña en contra del Oleoducto.
Sociedades que aportaron capital para el proyecto lo retiran:
Calpers, el fondo jubilatorio de los funcionarios del Estado de California y que es el más importante de todo el país, critica el proyecto del Oleoducto y pide que se corrija:
Carta remitida a los bancos que sufragan el proyecto:
La banca de los Estados Unidos está preocupada por la extensión y repercusiones de la protesta:
Fuente:  http://www.thenation.com/article/these-cities-are-divesting-from-the-banks-that-support-the-dakota-access-pipeline/

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