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lunes, 17 de abril de 2017

American Curios Resistencia



David Brooks
La Jornada 

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Entre las políticas más repudiadas del presidente estadunidense, Donald Trump, están las antimigratorias, por lo que comunidades y organizaciones se han movilizado para expresar su rechazo. Ya sea en marchas masivas, o pequeñas, la inconformidad está siempre en las calles. En la imagen, manifestantes, ayer, a la espera del paso de la caravana del mandatario, en West Palm Beach, FloridaFoto Afp

El político más popular en el Estados Unidos de Trump –ganando por un gran margen al presidente y los líderes del Congreso– es alguien que se identifica como socialista, una mayoría de la población no sólo no votó por el actual mandatario, sino lo reprueba a niveles sin precedente, y las movilizaciones populares de protesta que ha detonado están generando un movimiento de resistencia tal vez nunca visto antes. O sea, este país no es (sólo) de Trump.
Un acordeón ofrecía una versión de Esta tierra es tu tierra (This land is your land) de Woody Guthrie –himno del pueblo, no de la patria– en una de las marchas anti Trump de este pasado fin de semana realizadas en más de 100 ciudades con la participación de decenas de miles en el nuevo movimiento de resistencia en Estados Unidos.
Esa melodía surge de una larga historia de lucha –la guitarra de Guthrie tenía grabado sobre ella esta máquina mata a fascistas– que hoy día tal vez enfrenta su momento más crítico para este país, y para el planeta.
La elección de Donald Trump, afirmó recientemente Noam Chomsky, puso a las tres ramas del gobierno más poderoso de la historia bajo control total del Partido Republicano, al cual considera como la organización más peligrosa en la historia del mundo, ya que está comprometida a la destrucción de la vida humana organizada. No existe precedente para esto.
Ante la pregunta sobre cómo se podrá enfrentar este peligro, el intelectual radical más importante del país contestó que todo depende del tipo de resistencia que se genere, sobre todo por los jóvenes y de gente justo como tú, le respondió al entrevistador. Es una pregunta que deberías hacerte a ti mismo, no a mí.
La pregunta ya tiene respuestas iniciales de todo tipo, algunas sin precedente, desde el primer día del gobierno de Trump, cuando millones –convocados por mujeres– se expresaron masivamente contra el nuevo gobernante, así como en múltiples actos de protesta, grandes y pequeños, que se organizan a diario por todo el país. Son los elementos iniciales de algo que todos llaman resistencia.
El próximo fin de semana, por primera vez en la memoria, científicos tomarán las calles en Marchas por la Ciencia en Washington, y 425 movilizaciones en otras partes del país y del mundo (marchforscience.com).
Una semana después, el 29 de abril, se marcarán los primeros 100 días de este gobierno con una megamarcha en Washington por el clima, los empleos y la justicia (https://peoplesclimate.org).
El primero de mayo se ha convocado a una huelga y movilización nacional por inmigrantes, trabajadores y aliados que se expresará en marchas por todo este país.
La resistencia no se expresa sólo en grandes actos y marchas, sino en una amplia gama de esfuerzos e iniciativas. El movimiento Santuario en decenas de ciudades y universidades continúa organizando formas para proteger a comunidades inmigrantes; una Caravana contra el miedo avanza por el suroeste en repudio a las políticas antimigrantes de Trump (caravanagainstfear.org). En una cena de Pascuas en la calle, en Nueva York, la semana pasada, ante una gran manta en que se leía: esta es la resistencia judía, y una expresión de solidaridad con Black Lives Matter, un rabino nieto de judíos sirios, quienes se refugiaron primero en Europa y después en Argentina, de donde tuvo que huir después del golpe militar, convoca a la acción de la defensa colectiva de todo inmigrante, refugiado y minoría oprimida señalando: un ataque contra uno es un ataque contra todos. Unos 750 inmigrantes se suman a una huelga de hambre en un centro de detención en Tacoma, Washington, en una acción en defensa de su dignidad (Facebook: NWDCResistance/).
Decenas de organizaciones han formado una coalición para unificar las luchas de defensa de inmigrantes, afroestadunidenses, latinos, indígenas, gays y otros contra las políticas de Trump, vinculando la lucha contra el militarismo y la injusticia económica del último año de Martin Luther King y el Primero de Mayo como día de defensa de los derechos de los trabajadores y los inmigrantes (beyondthemoment.org)
Nuevas y viejas organizaciones e iniciativas nacionales –algunas liberales que brotan de las filas derrotadas del Partido Demócrata, otras más progresistas y hasta radicales que tienen raíces en movimientos anteriores como Ocupa Wall Street, diversas luchas ambientalistas, de defensa de derechos de mujeres y de trabajadores– alimentan esta resistencia que aún busca cómo enfrentar una vez más lo que King llamaba hace medio siglo la feroz urgencia de ahora.
El presidente no tolera esta disidencia. La movilización nacional después de su toma de protesta lo enfureció por su tamaño (mucho más grande que los que llegaron al festejo oficial). Este domingo, 24 horas después de las marchas en demanda de sus declaraciones tributarias, no pudo evitar un tuit en el cual esencialmente acusó a manifestantes de ser pagados por sus enemigos: alguien debería indagar quién pagó para los pequeños mítines organizados ayer. ¡La elección ya se acabó!
Más aún, resulta que en el país que gobierna Trump, el político con mayor aprobación popular es el senador y ex candidato presidencial Bernie Sanders. Según una encuesta de Fox News (medio conservador pro Trump) a mediados de marzo Sanders goza del mayor índice de aprobación de cualquier político, con 61 por ciento, y la tendencia va mejorando (Trump tiene 43 y la tendencia va empeorando). Este es un país muy raro: vale recordar que una encuesta de Gallup el año pasado registró que la mayoría (55 por ciento) de los jóvenes de entre 18 y 29 años tenía una imagen positiva del socialismo, algo casi increíble en un país cuya cúpula se definió durante décadas como antisocialista.
Así, aun con el ruido ensordecedor de misiles y megabombas, la promoción de políticas que asaltan a los más vulnerables de este país y revierten el modesto avance en abordar el cambio climático, y de la declaración de nuevas guerras contra derechos civiles y los inmigrantes y refugiados, se escucha esa melodía, de ese acordeón, por todo el país.

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