Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

domingo, 29 de mayo de 2016

Para que salga el sol


Para recuperar la memoria histórica

Manuel Morales Olivera

En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas...
José Martí
En medio de esa gran batalla que libró el pueblo boliviano por recuperar la dignidad y el futuro, la vida nos dio un lugar en la trinchera.  Se tuvo que actuar ‘en silencio’ y por eso la mayor parte de lo que nos tocó vivir en ese tiempo es ahora desconocido para el pueblo boliviano.  Diez años después, es posible contar algo de lo vivido.
En estos artículos no se dan nombres o datos con fecha, lugar y hora, a no ser en casos muy específicos, porque no pretendemos ni ensalzar ni denostar a nadie, porque no pretendemos que se juzgue a nadie.   Nuestro objetivo es que el pueblo conozca esta parte de la historia no contada, para que colectivamente se puedan sacar las lecciones históricas necesarias.
Sin duda que otros actores del proceso de nacionalización de los hidrocarburos tendrán una perspectiva diferente de cómo sucedieron las cosas.  No pretendemos en absoluto que nuestra perspectiva sea la única y verdadera; sin embargo damos fe de que todo lo que se relata en los artículos realmente sucedió.
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El avión estaba ya en el aire volando hacia el sur, tenía retraso por problemas climáticos.   Se calculó que por lo tanto, todo el operativo debía retrasarse algo más de una hora.  Bajamos del aeropuerto, se dan las instrucciones al centro de operaciones y se fija la nueva hora.  Se verifica que todo siga en orden.  Estamos todos tensos, en una sala en Palacio, pero todo sigue de acuerdo a lo definido.  El avión sigue en vuelo, el operativo sigue su curso… no hay novedad.  Pasan los minutos.
De pronto recibo un llamado a mi celular, identifico el número y se trata del gerente de una de las empresas.  Contesto y después de un breve y cortés saludo me pregunta si sé algo de “un decreto” porque uno de los campos que opera su empresa está rodeado por el ejército y les dicen que ha salido un decreto y su gente no entiende lo que está pasando.  Tomo aire y después de unos segundos de silencio le digo: “Te doy un consejo, obedezcan, es lo mejor que pueden hacer.  Nada más te puedo decir”.   Mi interlocutor guarda silencio por varios segundos hasta que me responde: “Gracias, voy a dar esa instrucción”.
Cuelgo el teléfono y pido informe.  Es el único caso, es la única falla del operativo por el retraso de la hora, el resto de grupos operativos conjuntos de efectivos militares y personal de YPFB están informados y a la espera de la hora indicada. Me tranquilizo, espero que el incidente quede para la anécdota, y vuelvo a la sala de reunión.  Falta algo más de una hora para que se haga historia.  Recibimos informes de que ningún medio de comunicación sabe nada, que no se oyen ni rumores, que todo transcurre “con absoluta normalidad”.
Eso nos preocupa de inmediato.  En poco más de una hora se empezará con la transmisión en vivo y “nadie sabe nada”, y nadie va a estar frente a sus televisores.    Habíamos movilizado cientos de efectivos militares y decenas de profesionales de YPFB, estaban organizados en grupos conjuntos en las cercanías de todos los campos hidrocarburíferos del país, estaban equipos listos para transmitir en vivo al país y el mundo el momento en que el primer presidente “indio” de Bolivia nacionalizaba los hidrocarburos…..., todo esto en absoluta reserva. 
El Gabinete había aprobado ya el Decreto Supremo antes de que saliera el sol y quedan en mi memoria los rostros de los ministros que no salían de su asombro y cómo la emoción empezaba a apoderarse de ellos.  Al terminar la lectura del Decreto, el Gabinete se pone de pie y canta el Himno Nacional y los abrazos y la alegría se contagian a todos.  El Presidente les pide la más absoluta reserva para que el operativo militar se lleve adelante sin contratiempos.   Se les invita a viajar con el Presidente para anunciar al país y al mundo el Decreto desde el campo San Alberto, uno de los “mega campos” emblemáticos.   En el aeropuerto están convocados además decenas de dirigentes de los movimientos sociales para acompañar al Presidente a un acto “muy importante”.  Recién en el avión se les informa que se ha emitido el Decreto de Nacionalización de los hidrocarburos. 
La imprenta de la Gaceta Oficial de Bolivia, encargada de publicar el Decreto para que tenga vigencia ya había realizado las pruebas de imprenta, estaban listos los spots y ringles publicitarios para información del pueblo y hasta estaban listos los telones a ser colgados en las instalaciones,… y todo esto se había hecho en absoluta reserva.   Para el país todo transcurría “con absoluta normalidad”.
Por eso decidimos “filtrar” la noticia.  Se instruyó que los ringles y spots publicitarios se distribuyan antes de lo planificado y además se pidió a un periodista amigo de una radioemisora que los viera “para dar” su opinión.  El amigo recibió el mensaje con claridad y a los pocos minutos empezaron a hablar del tema, de la “posibilidad de una noticia trascendental”, “histórica”, de “un día histórico”. 
Se confirma el aterrizaje del avión, el presidente se dirige hacia San Alberto.   Es el detonante para dar la instrucción de que todos los campos empiecen a ser rodeados por los grupos conjuntos de efectivos militares y personal de YPFB.   Al mismo tiempo, se da alerta máxima a los alrededor de doscientos técnicos y profesionales de las brigadas de apoyo internacional.
Mientras vamos recibiendo minuto a minuto los partes del Comando de Operaciones, se van sumando uno a uno los campos que son rodeados y se les informa a los operadores de los pozos, plantas e instalaciones que ha sido emitido el Decreto de Nacionalización de los Hidrocarburos y que deben acatar inmediatamente sus disposiciones. 
Se inicia la transmisión en vivo desde el campo San Alberto a todo el país y el mundo, y al mismo tiempo prácticamente se completa el operativo de toma de control de todos los campos.
Días atrás el Presidente había recibido el informe final de situación y había tomado la decisión histórica, con firmeza, con coraje.  En aquella reunión en la que a muchos les ganó el miedo, el Presidente, una vez más dio la talla de líder, definió los dos últimos temas que quedaban por definirse, entre ellos la fecha:  1ro. de mayo.
Ya en el campo San Alberto, cuando el Presidente lee el primer Artículo del Decreto de Nacionalización, la tensión deja paso a la emoción, se nos llenan de lágrimas los ojos y sentimos también la emoción de Evo al momento de leer.  Ya es un hecho, ya es realidad,… estamos recuperando la dignidad, estamos recuperando el futuro.   
En el Comando de Operaciones, los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas, cuando termina la lectura del Decreto en San Alberto, se ponen de pie y espontáneamente comienzan a cantar el Himno Nacional, al terminar se oye el grito de “¡Viva Bolivia Digna !!!!”, todos responden “!Viva!!!!!”.  De inmediato se retoman los lugares de trabajo.
Mientras el país empieza a vibrar con la noticia, para nosotros empieza la segunda fase.  Los técnicos de YPFB deben verificar si algún campo o planta ha iniciado sus procedimientos de cierre de operaciones.   El Decreto dice que las empresas deben acatar inmediatamente las decisiones soberanas del gobierno y del Estado. Cerrar operaciones significaba no acatar el Decreto, y continuar con las operaciones significaba someterse al Decreto.
A los 10 minutos, recibimos el reporte de que ningún campo ni planta ha iniciado procedimiento de cierre de operaciones.  A los 20 minutos el reporte es el mismo “sin novedad”.   
Si alguna empresa iniciara el cierre de operaciones, debía recibir de manos de nuestras Fuerzas Armadas un ultimátum de 30 minutos para revertir el proceso de cierre de operaciones.  Transcurrido ese plazo el ejército tomaría físicamente las instalaciones y los técnicos de YPFB tomarían a su cargo las operaciones.  Al darse el ultimátum, partirían de sus bases, las brigadas internacionales de apoyo necesarias para garantizar la continuidad de operaciones.
Si se lanza una amenaza a las empresas más poderosas del mundo, esa amenaza debía ser en serio.  Para que tu amenaza sea creíble debes estar dispuesto a cumplirla, pero además debes tener las condiciones reales para cumplirla, y si corresponde, debes encargarte que los que reciben la amenaza sepan que puedes cumplirla.   Así se hizo.
Amenazar a las petroleras con que si no acataban tomaríamos los campos y empezaríamos a operar nosotros, no era poca cosa.   En ese momento nuestro YPFB no tenía condiciones para garantizar la continuidad de las operaciones, no tenía la cantidad suficiente y necesaria de profesionales con esa capacidad operativa.  Las empresas petroleras lo sabían, nosotros lo sabíamos... entonces, se organizaron las brigadas internacionales de apoyo en reserva, sin publicidad, pero… tampoco estaban clandestinas. 
Las brigadas internacionales llevaban más de dos semanas concentradas, en varios centros dispuestos adecuadamente para que de ser necesario actúen y garanticen la continuidad de las actividades petroleras.   Estaban organizados en grupos de entre cinco y diez expertos, con carros en la puerta, tanque lleno y medio de comunicación.
Nos encargamos de que las principales empresas tuvieran la certeza de la llegada de “muchos” profesionales y expertos petroleros internacionales al país.  Alojados en hoteles de una u otra ciudad, por decenas y cambiando hasta de alojamiento cada cierta cantidad de días… Algunos grupos hicieron visitas de pozos, plantas e instalaciones con el pretexto oficial de “verificar en el terreno, los mecanismos de fiscalización de la producción”.    En esas visitas en realidad se verificaban los datos del tipo de instalaciones y la cantidad aproximada de expertos necesarios para tomar el mando de las operaciones en caso de necesidad.  La Petrobras impidió el ingreso de uno de estos equipos a una de las Refinerías.  Al recibir el informe, una sonrisa se dibujó en nuestro rostro al saber que esta sería la última vez que una petrolera iba a poder hacer semejante desplante, alevoso y prepotente. 
Así, se logró que en el medio petrolero se supiera de la presencia de muchos expertos internacionales en el país, pero las petroleras no podían saber cuántos eran en realidad ni qué experticia tenían.  Todo esto se hizo para que el día de la Nacionalización, el 1ro. de mayo, cuando las petroleras conocieran el Decreto y leyeran la amenaza de que si suspendían operaciones entraríamos nosotros a operar sus campos e instalaciones, pudieran saber que nuestra amenaza era total y absolutamente creíble, porque gracias a los profesionales de YPFB y a las brigadas internacionales teníamos efectivamente la capacidad de operar sus campos e instalaciones. 
Después se dijo que la presencia del ejército fue innecesaria.  Es fácil hablar sin conocer la realidad.  El ejército era la evidencia física y efectiva de que el Decreto no eran palabras vacías y negociables, los fusiles rodeando los campos eran la evidencia de que la amenaza de tomar los campos y operaciones si las empresas no acataban el Decreto, era una amenaza en serio. 
Que finalmente el ejército no necesitó tomar ningún pozo o instalación y que ningún grupo internacional tuvo necesidad de operar porque todas las empresas se sometieron, no demuestra que la presencia del ejército fuera innecesaria.  Por el contrario, su sometimiento al Decreto aquel 1ro de mayo, demuestra que la presencia del ejército y las brigadas internacionales eran lo suficiente y necesario para que acaten las decisiones soberanas de Bolivia.
Porque cabe recordar que el Decreto de Nacionalización dejaba ese mismo día sin efecto los más de 80 Contratos de Riesgo Compartido firmados por las empresas petroleras con los gobiernos anteriores.  Ese día botamos al basurero más de 80 contratos petroleros, ¿querían que lo hagamos con una bandera blanca en la mano?
No botas más de 80 contratos petroleros al basurero en un solo día si no es poniendo las cosas absolutamente claras: O te sometes, o nuestro ejército te saca a patadas.
Los equipos internacionales se mantuvieron en alerta y en sus bases de operaciones hasta varias semanas después incluso de que se retirara el ejército de los pozos e instalaciones.
Pero volviendo al relato de ese 1ro. de mayo del 2006, recordamos que hasta la primera hora el parte del Comando de Operaciones siguió siendo el mismo: “sin novedad”.  Ningún campo ni planta había comenzado el cierre de operaciones, todas las empresas estaban acatando el Decreto.
Se informó al Presidente que todos los campos y las plantas seguían operando.  Parecía increíble, habíamos dado el zarpaso y las empresas petroleras no habían podido reaccionar.  Cuando el Presidente emprendió el viaje de regreso a la sede de gobierno se le informó que teníamos “todo bajo control”.  ¡No había ni colas en los surtidores de gasolina!
La tensión dejó paso a algunas risas, chistes y carcajadas.  Pedimos al Comando suspender los reportes permanentes e informar “sólo en caso de novedad”.  De rato en rato verificaba mis teléfonos, seguían en silencio.
Ya al finalizar la tarde, la gente empezó a reunirse en la Plaza Murillo, llegó el Presidente al Palacio.  ¡Evo había cumplido con la historia!
Al finalizar el día, todas las empresas petroleras seguían operando, acatando el Decreto de Nacionalización.  Ni el ejército, ni los técnicos de YPFB, ni las brigadas internacionales de apoyo tuvieron que actuar.  En la noche, el Presidente, ya en Palacio, volvió a preguntar: “¿Ni una sola?”.  La respuesta fue, “Ni una sola. Todas las empresas han acatado el Decreto”.  Nos quedamos con las ganas. Habíamos ganado la primera batalla “sin disparar ni un tiro”. 
Y como si no fuera realidad, como si fuera una de esas imágenes históricas, esos momentos que uno sólo puede ver en los documentales, salí al balcón y al ver los rostros de la gente llenos de dignidad, de fuerza y de alegría, revisé una vez más mis celulares y…en silencio recordando a los caídos en la Guerra del Gas, me dije a mi mismo: “Su sangre no ha sido en vano”.

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