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sábado, 20 de febrero de 2016

Samuel Ruiz García y los orígenes de la Teología Indígena



IHU - Unisinos
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El obispo mexicano de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García
(foto al lado) fue conocido como uno de los precursores de una ruptura en el "modo de concebir la evangelización de los indígenas" en México, al mismo tiempo fue uno de los primeros en sustentar la "pluralidad cultural latinoamericana" y la revaloración de la historia cultural (idioma, costumbres, instituciones, valores y aspiraciones) de cada pueblo y la diversidad cultural en la Iglesia Católica" , en la década de 1960, expresa Igor Luis Andreo (foto de abajo) a IHU On -line, en la siguiente entrevista, realizada por correo electrónico.
En visita oficial a México, iniciada el pasado viernes, 12 de febrero el Papa Francisco visitará la tumba de Don Samuel Ruiz, durante su visita a Chiapas, en el sur de México.
Este acción de Francisco, en la visión del historiador, "puede ser considerado como un paso simbólico importante hacia la aceptación jerárquica de un catolicismo comprometido sociopolíticamente a favor de las capas explotadas por el sistema capitalista y, sobre todo, en la valoración de la diversidad étnica- cultural en el seno de la institución católica ".
Inmerso en el contexto del Concilio Vaticano II y del Consejo Episcopal Latinoamericana - CELAM, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, fue uno de los siete obispos latinoamericanos invitados a presentar ponencias en la Segunda Conferencia General del Episcopado Latino-Americano de Medellín, cuando llamó la atención sobre el hecho de que "la situación de miseria vivida en las comunidades indígenas no era resultado de una conducta individual, sino un problema estructural, sistémico y, por lo tanto, cualquier tipo de asistencia social paternalista e intento de incorporación a la sociedad nacional mestiza y "moderna" no podría resolver - sino más bien empeorar - las malas condiciones de vida en los que estaban indígena". En esas circunstancias, defendió la necesidad de la participación de la Iglesia en acciones socio-políticas, como un complemento al trabajo de concientización de los indígenas sobre su historia de opresión.
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Bispo mexicano Samuel Ruiz García.
De acuerdo con Andreo, las acciones de Don Samuel Ruiz, después de la Conferencia de Medellín, "Lo convierten en el principal exponente entre la jerarquía eclesiástica en la búsqueda de la "encarnación" del catolicismo en las culturas nativas, con el propósito de constituir iglesias autóctonas, es decir, conformadas en términos generales, a partir de la idiosincrasia étnico- culturales de sus propios fieles locales, lo que, entre otros factores, hizo posible el surgimiento de la llamada ‘Teología Indígena'".
En la siguiente entrevista, Igor Luis Andreo, autor del libro "Teologia da Libertação e cultura política maia chiapaneca: o Congresso Indígena de 1974 e as raízes do Exército Zapatista de Libertação Nacional [Teología de la Liberación y cultura política chiapaneca: el Congreso Indígena de 1974 y las raíces del Ejército Zapatista de Liberación Nacional] (Editorial Alameda / FAPESP, 2013), presenta los principales aspectos y la vida de Don Samuel Ruiz, en relación con las transformaciones que se produjeron en la década de 1960 en América Latina.
Igor Luis Andreo es historiador y especialista en Historia Social de la Universidad Estadual de Londrina - UEL, magister y doctor en Historia y Sociedad de la Universidad Estadual Paulista - UNESP / Assis.
Acompañe la trayectoria de Don Samuel en esta entrevista.
IHU On-Line - ¿Quién fue Don Samuel Ruiz García?
Igor Luis Andreo - Samuel Ruiz García nació el 3 de noviembre de 1924 en la ciudad de Irapuato, Estado de Guanajuato, en la región centro-oeste de México. Hijo de padres católicos fervientes, el joven Samuel fue creado en un ambiente de persecución a la Iglesia, acentuado precisamente a partir de 1924, durante la presidencia del general Plutarco Elías Calles.
El conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica condujo a un levantamiento popular, cuyo escenario principal era la región centro-oeste, es decir, donde vivía la familia de Samuel Ruiz. La Cristiada se inició en 1927 y terminó en 1929, cuando el Estado y la Iglesia llegaron a un acuerdo que puso fin a las hostilidades.
En este nuevo contexto, a partir de 1930, se permitió a los católicos crear un partido, Acción Nacional - PAN, y un movimiento, Unión Nacional Sinarquista - UNS, fundado en 1937.
El padre de Samuel Ruiz García, Maclovio Ruiz, fue un activo militante del movimiento sinarquista. El sinarquismo se constituyó como una amalgama de catolicismo, nacionalismo radical y la defensa de un corporativismo con tendencias fascistas, presentado como una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, este movimiento, condena el nazismo y la deificación del Estado y la Raza como herencia protestante, al mismo tiempo manifiesta simpatía por el general Francisco Franco, por su restauración de la tradición católica y de la hispanidad.
Durante este período, el control de la educación fue uno de los principales puntos de conflicto entre la Iglesia y el Estado, lo que condujo al cierre de las escuelas religiosas. Esto llevó a los padres de Samuel Ruiz a decidir no mandarlo a un centro de educación secular, optando por que aprendiese las primeras letras en el hogar, para posteriormente, matricularlo en un colegio católico.
A los 13 años, fue enviado a un seminario en la ciudad de León de Los Aldama, que debido a la vigencia de leyes anticlericales, funcionaba en condiciones precarias. Sin embargo, especialmente desde 1940, cuando Manuel Ávila Camacho se convierte en presidente de México, la relación entre la iglesia y el estado comienza a cambiar. Hubo una aproximación entre la alta jerarquía eclesiástica, que pretendía recuperar paulatinamente el poder perdido en las últimas décadas y el gobierno federal, que supo utilizar la iglesia como agente de cohesión social, para consolidar la estructura política.
Desde 1945, el gobierno federal mexicano adoptó una postura anti-comunista, esto permitió una mayor convergencia ideológica entre la iglesia y el Estado, ya que esta postura del gobierno convergía con la política del Vaticano, regido por el Papa Pío XII, y se convirtió en la piedra angular de la militancia católica mexicana.
Samuel Ruiz el reflejo de su formación teológica
En 1947, Samuel Ruiz fue enviando con un grupo de seminaristas a estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde se graduó en Teología Dogmática, siendo ordenado sacerdote en 1949. Entonces, él decidió continuar sus estudios en Roma, especializándose en la Sagrada Escritura, en 1951, concluyendo su doctorado en 1952.
Después de completar sus estudios en Roma, Samuel Ruiz regresó en la década de 1950, al seminario de León - ciudad caracterizada por un fuerte acento conservador - ahí comenzó a enseñar Teología y Sagrada Escritura. Al poco tiempo, fue designado "prefecto estudios" y, en 1954 con sólo 30 años, fue nombrado rector del seminario. Poco después, al producirse una vacante, es nombrado canónigo, cargo que traía consigo privilegios y una posición distinguida.
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Historiador Igor Luis Andreo.
Así en pocos años, asume el episcopado en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en 1960, en ese momento, Samuel Ruiz García era un reflejo de la formación familiar y teológica recibida hasta entonces, llegando a utilizar frecuentemente en las calles de San Cristóbal, las imponente vestimentas de obispo, como una forma de protesta contra las limitaciones legales impuestas a la Iglesia. Samuel era en esos años un típico obispo de su tiempo y espacio, es decir, marcadamente anticomunista, alguien que hacía ostentación de la pompa que un elevado cargo eclesiástico podría asegurar a aquellos que entendían a la Iglesia como una instancia superior, por encima de la sociedad.
Samuel Ruiz: el obispo de San Cristóbal de las Casas
En sus primeros pasos como obispo, Samuel Ruiz se propuso observar las condiciones de vida de los fieles de la Diócesis. San Cristóbal de las Casas, capital de Chiapas hasta 1892, está situada en la región de Los Altos y es ahí donde el nuevo obispo encontró una élite compuesta principalmente por ganaderos, comerciantes, profesionales y políticos.
Por otro lado, lo que encontró en las comunidades indígenas fue miseria y abandono no sólo por parte del Estado, sino también de la propia Iglesia, ya que sólo había 13 sacerdotes para todo el vasto territorio de la Diócesis. Observando esta realidad, Samuel Ruiz desarrolló un plan pastoral consistente en tres aspectos: la enseñanza del castellano a los indígenas; "Ponerles zapatos" y mejorar su dieta. Esta era la base humana mínima, necesaria para el desarrollo de una evangelización. Estas medidas también servían, como una manera de combatir el embrionario, pero eficaz, avance del protestantismo en las comunidades indígenas y además del "fantasma del comunismo."
Durante este período, Samuel Ruiz no estaba considerando la posibilidad de aprender lenguas indígenas y evangelizar en ellas. Los idiomas de ascendencia maya hablados en las comunidades comprendidas en la Diócesis se presentaban como un obstáculo para el nuevo obispo. Las preocupaciones y las medidas tomadas por Samuel Ruiz hacia los indios no eran las de un pionero, por el contrario, eran perfectamente compatibles con el bienestar paternalista comúnmente adoptadas por la Iglesia Católica, y con algunas características de las políticas indigenistas mexicanas oficiales de la época. Sin embargo, más tarde, nuevos vientos alimentaron corrientes tempestuosas en el catolicismo latinoamericano, que vendrían a sacudir las certezas conservadoras del joven obispo.
IHU On-Line - ¿Cuál era la situación de los indígenas en el momento en que don Samuel Ruiz llega como obispo de San Cristóbal?
Igor Luis Andreo - El estado de Chiapas tiene 77.500 km² y, en 1960, tenía aproximadamente 1,2 millones de habitantes, siendo 400.000 indígenas, entre ellos había unos 250.000 eran tzeltales, tojolabales, tzotziles y choles.
En Chiapas, una finca propiedad de los mestizos no se constituía como una unidad aislada, está estrechamente vinculado con las comunidades circundantes indígenas. Esto implica que hasta hoy en día pueda verse la compleja constitución de los municipios con mayoría indígena de Chiapas, que entre otras cosas, incluye una serie de parajes donde se alternan - la forma habitual asentamientos para los miembros de una comunidad indígena tradicional - y tambiénranchos - fincas de tamaño más modesto, normalmente bajo propiedad de mestizos.
En muchos municipios chiapanecos mayoritariamente indígenas, no había mercados públicos y la fuerza económica radicaba en las haciendas o fincas, que están constituidos como centros autónomos de suministro para ellos mismos y para la población de sus alrededores - lo que la volvía dependientes de las haciendas. Esto dio lugar a un tipo de organización que creó una relación en la que los peones indígenas (que venden su fuerza de trabajo a la hacienda) se volvieron totalmente dependientes del finquero (o hacendado), que, en su finca, no se subordinaba a ninguna autoridad pública municipal, estatal o federal.
A cambio del derecho a vivir en la finca y de un pedazo de tierra donde su familia podría sembrar y criar animales, peones indígenas se vieron obligados a someterse a un rígido y agotador calendario de obligaciones en beneficio de finquero, pudiendo ser expulsados por cualquier tipo de desobediencia y recibiendo un salario por debajo del mínimo establecido por la ley. Indígena sometido a este tipo de relación semi-servil son denominados peones "acasillados" [albergados].
Sin embargo, a fin de no tener sus propiedades afectadas por las leyes de reforma agraria, los finqueros distribuyeron tierras apartadas de las haciendas a algunos peones, a cambio de trabajo agrícola que se debía ser prestados, constituyendo así las rancherías.
De modo que, aquellos que recibieron la tierra se convirtieron en pequeños propietarios, no pudiendo reclamar el derecho legal a la asignación de tierras comunales colectivas (ejidos), mientras que la hacienda no podía ser afectada porque ya no tenía el número suficiente de trabajadores con ese derecho.
Las rancherías dependían de las haciendas, ya que, debido al reducido tamaño, baja fertilidad y el agotamiento de la tierra que recibían, la mayoría de sus habitantes se vio obligado a entregar su trabajo en las haciendas, sometiéndose de nuevo a condiciones de vida con largas jornadas de trabajo y los bajos salarios. Estas condiciones se repitieron en todos los municipios de la región de Los Altos de Chiapas, lo que ha llevado a muchos indios a optar por migrar a la zona de la Selva Lacandona, en busca de tierras.
La migración a Lacandona se inició en la década de 1920, sin embargo, el momento de mayor intensidad se produjo a partir de mediados de la década de 1950, debido a las condiciones de vida descritas anteriormente y al incentivo de autoridades gubernamentales, que deseaban transformar en terrenos nacionales ricas regiones ricas en bosques y lista para ser explotadas. Sin embargo, la situación de los indígenas que han emigrado a la Selva Lacandona continuaba siendo precaria.
A pesar del incentivo, el interés principal de las autoridades era garantizar la explotación de los recursos naturales y no el bienestar de los migrantes. Las nuevas colonias se encontraron aisladas, física y económicamente: las tierras conseguidas fueron poco improductivos, carecían de los servicios mínimos, de salud, educación, transporte y comercio.
Además, los colonos eran constantemente explotados y extorsionados por agentes forestales, que los multaban por la deforestación; Los ingenieros de la Reforma Agraria, que cobraban sumas exorbitantes por los estudios técnicos que exigieron años para ser completados; funcionarios del gobierno, que exigían impuestos por obras públicas que sólo existían en el papel; los intermediarios (acaparadores), que llegaban durante el tiempo de las cosechas y compraban los productos cultivados por los indios a precios insignificantes debido a la falta de otros compradores.
Otro problema grave era el desamparo legal a la que fueron sometidas muchas colonias que habían emprendido el éxodo a la Selva Lacandona, sin el respaldo legal necesario o sin asentarse en tierras nacionales, a menudo motivadas por las promesas de personal subalterno. Esto implicó la necesidad de innumerables y costosos viajes a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, y en ocasiones hasta Ciudad de México, para esperar de la finalización de todos los procedimientos agrarios previstos por la ley.
En general, estas eran las condiciones de vida en las comunidades indígenas encontradas por Samuel Ruiz García, al convertirse en el obispo de Chiapas en 1960.
HU On-Line - En un artículo publicado sobre Don Samuel Ruiz, Ud. menciona dos posiciones teóricas que estuvieron en disputa en Chiapas durante la década de 1960: el desarrollismo y la teoría de la dependencia. ¿Puede explicarnos las líneas generales de cada una, cuáles son sus raíces y cómo ambas sugerían pensar la cuestión indígena en el momento?
Igor Luis Andreo - En términos generales, se puede señalar que en los años siguientes a la primera sesión del Concilio Vaticano II (1962), predominó el desarrollismo, que, en general, presentaba una interpretación sobre América Latina como una región subdesarrollada, atrasada con respecto a los países económicamente ricos, cuyo modelo de modernización técnica e industrial se debía copiar para lograr el mismo desarrollo de ellos y erradicar la pobreza - una opinión que también fue compartida por algunas corrientes marxistas, que sustentaban la necesidad de proseguir el desarrollo tecnológico e industrial, siguiendo los modelos 'burgueses', sin embargo, esta búsqueda era vista como un paso necesario para la creación de una clase obrera consciente y, por tanto, revolucionaria, ya que el desarrollo se entendía, como una condición para la aceleración de las contradicciones y, en consecuencia, de los conflictos entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas.
En este tipo de interpretación, las culturas étnicas indígenas tendían a ser considerado como un obstáculo para el progreso técnico e industrial de la nación.
Teoría de la dependencia
En 1966, gracias al impulso producido por el Concilio Vaticano II (1962-1965), fue convocada la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en 1968, en la ciudad de Medellín, Colombia. Entre 1966 y 1968, hubo una inmensa eclosión de declaraciones, documentos y reuniones realizados como preparativos para la Conferencia. Fue a partir de estos preparativos que la teoría de la dependencia comenzó, paulatinamente, a imponerse como una alternativa al desarrollo, sobre todo entre los especialistas, que auxiliaban los obispos.
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Obispo Samuel García (en el centro de pie) defendía la preservación de las tradiciones indígenas por la Iglesia.

La teoría de la dependencia, en términos generales, explicaba que la situación de pobreza vivenciada en América Latina era fruto de la explotación generada por su dependencia estructural en relación con los países desarrollados del sistema capitalista, dependencia esta que (en las interpretaciones más radicales) sólo podría ser extinta con una transformación estructural, que terminara con el sistema económico capitalista vigente. A pesar de ser una teoría relacionada con el universo del marxismo, esto no significa que todos los que adoptaron la teoría de la dependencia como explicación de la causa de la pobreza experimentada por millones de latinoamericanos, necesariamente aceptaron otros aspectos y conceptos fundamentales de la teoría marxista, como la lucha de clases o la necesidad de una revolución socialista. Por otro lado, esta interpretación tendía a relegar los asuntos étnicos-culturales, por entenderlos como epifenómenos de la estructuración económica-social.
IHU On-Line - ¿Cuál fue la relación de Don Samuel Ruiz con el Instituto Nacional Indigenista -INI?
Igor Luis Andreo – A pesar de sus limitaciones, en la década de 1960, los miembros del INI constituían el único bastión de combate a la situación de explotación de los indígenas, imperante en Chiapas. Y, a partir de las relaciones de Samuel Ruiz con el INI, es posible comprender mejor cómo pensaba el recién-nombrado obispo de la Diócesis de San Cristóbal.
En 1962, antes de la primera sesión del Concilio Vaticano II - que ocurrió en el mismo año – Fernando Benítez fue a Chiapas y consiguió una entrevista con Don Samuel Ruiz García. Por ejemplo, destaco algunos apuntes del cronista sobre el obispo y fragmentos del diálogo sostenido entre ambos:
"[...] el joven prelado distribuía, equitativamente, su odio entre un comunismo que necesitaba "inventar" a diario [...] y un protestantismo contra el cual no podía luchar [...] sus enemigos, en aquel tiempo, eran los miembros del Instituto Nacional Indigenista (INI); los únicos que, en México de los años sesenta, se esforzaban [...] por romper la estructura feudal de Chiapas. Todos los miembros de la "buena sociedad" de San Cristóbal participaban en aquella cruzada. Sabían, por experiencia, que cada nueva escuela y cada nueva clínica les arrebataba tierras y peones [...] A la cabeza de la campaña, estaba el clero, que acusaba a los empleados y maestros del INI de comunistas [...]
[Fernando Benítez] – Hay choques, hay conflictos entre los profesores y algunos miembros de su clero.
[Samuel Ruiz] – […] ¿Me podría citar un caso concreto?
[Fernando Benítez] – Le cito el caso del padre Adolfo Trujillo, dueño de la hacienda Bojoshac y de esclavos. Aliado a los caciques de la región se opuso a que se construyera la escuela en sus tierras – una escuela que no le costaría ni un solo centavo - y persiguió furiosamente el maestro indígena. No le importaba la escuela, sino más bien las enseñanzas de la escuela.
[Samuel Ruiz] – Ese es el problema. Deseamos una enseñanza católica [...] -Vivimos una época de conflictos y de crisis. El comunismo representa una fuerza real que se debe tener en cuenta. Allí hay ese Fidel Castro...
IHU On-Line - ¿Qué fue la Unión de Mutua Ayuda - UMAE? ¿En qué contexto fue creada?
Igor Luis Andreo – Debido a la historia y condiciones singulares de la Iglesia católica en México, fue solamente a partir del Concilio Vaticano II que comenzaron a acentuar se las divisiones en el seno de la Iglesia entre sectores considerados renovadores y los tradicionalistas, considerando que, antes de 1962, los temas discutidos en el Concilio no entraron en la agenda de la iglesia mexicana, cuya principal preocupación era su propia organización y mantenimiento.
Samuel Ruiz García fue uno de los obispos mexicanos que asistieron a las sesiones del Concilio Vaticano II. Participó en todas las sesiones. Es claro que las cuestiones planteadas en el Concilio causaron algún impacto en su comprensión de su misión como obispo. Sin embargo, es posible notar que los cambios tuvieron lugar gradualmente y de manera fueron superficiales. El Concilio no generó ninguna gran ruptura en el desempeño y actitud "indigenista" de Samuel Ruiz, pero ya hubo algunas importantes transformaciones.
A partir del Concilio, Samuel Ruiz fue asumiendo, poco a poco, una postura social orientada por el desarrollismo, que se encontraba en auge en América Latina en ese período. Además después de 1962, el obispo de Chiapas abandonó las vestimentas esplendidas que solía usar y, en 1965, cuando fue creación de una tercera diócesis en el estado, optó por la permanecer en San Cristóbal de las Casas, cuya ubicación hacía más fácil el acceso a fieles indígenas en comparación con la nueva diócesis, más rica en recursos, y con la sede episcopal ubicada en la capital del Estado, Tuxtla Gutiérrez, ciudad distante de la mayoría de las comunidades indígenas.
Además, las transformaciones más eficaces ocurridas están relacionadas, sobretodo, a las orientaciones del documento Regimini Episcoporum, votado desde la primera sesión del Concilio, en 1962. Este documento proponía la descentralización de la Iglesia, lo que condujo a Samuel Ruiz a buscar, poco después de su regreso a Chiapas, la aplicación de esta orientación.
Junto con los obispos Alfonso Sánches Tinoco, de Papantla, Estado de Veracruz y Adalberto Almeida, de Zacatecas, capital del Estado de Zacatecas, Samuel Ruiz creó una pastoral de conjunto, que hacia énfasis en la pastoral social. Desde 1964, esta pastoral dio origen a Unión de Mutua Ayuda (UMAE), que, en su culmen, en 1967, llegó a incorporar 25 diócesis y un gran equipo de asesores, en diversas ramas de las ciencias sociales.
Esto no significa que todos los participantes de la UMAE compartieran una ideología común. A pesar de la tendencia reformista y del énfasis imprimido en la pastoral social, la UMAE era formada por un grupo heterogéneo, lo que explica, al menos parcialmente, la relativa facilidad con que el sector más tradicionalista del episcopado mexicano logró la aniquilación total de su estructura, en 1971, después del fallecimiento de Don Alfonso Sánches Tinoco, que, en este período, era el principal pilar de sustentación a nivel nacional de la UMAE.
En este contexto, el obispo de Chiapas, poco a poco, fue recurriendo al instrumental de las Ciencias Sociales – con el apoyo técnico de la UMAE – para conocer mejor la región donde estaba situada la Diócesis e, incluso, la cultura indígena, sin embargo, movido sólo por preocupaciones sociales, orientadas por el desarrollismo y por el indigenismo, y no a partir de motivaciones étnico-teológicas.
IHU On-Line – ¿Qué cambios adoptó Don Samuel en relación a la catequesis de los indígenas y cuál fue el papel de las dos escuelas diocesanas, creadas durante su Obispado?
Igor Luis Andreo – Los primeros catequistas indígenasfueron formados a partir de 1952, por su antecesor en la Diócesis de San Cristóbal, el obispo Lucio Torreblanco, principalmente, como una forma de combatir el avance inicial de algunas denominaciones protestantes de origen estadounidense sobre las comunidades indígenas. La formación teológica proporcionada a estos indígenas era tradicional y elemental, meramente introductoria, pero, aun así, el movimiento de catequistas creció considerablemente, principalmente en las zonas tzeltales.
Por otra parte, bajo la orientación de Samuel Ruiz, este modesto marco inicial cambió de figura, con la creación de estas dos escuelas diocesanas – bajo la responsabilidad de representantes de la congregación de los hermanos maristas -, organizadas bajo la influencia del Concilio Vaticano II, con el fin de lograr mejorar de las condiciones de vida de los indígenas. Su preocupación en relación a los indígenas tenía un carácter socioeconómico, pero no político, lo que se basaba en una forma de las de interpretaciones posibles de las orientaciones del Concilio, a pesar de no ser la única.
Samuel Ruiz ya no percibía la iglesia y su papel como algo esencialmente trascendente y arriba de la sociedad, pero su pensamiento todavía era marcadamente anticomunista, además de indigenista: la salida a la "salvación" de los indígenas era vista como su "mexicanización", es decir, con la integración del indígena a la sociedad capitalista mexicana - que vivía un proceso de industrialización - a través de la asistencia social, procurando el desarrollo económico y la promover la educación laica y, principalmente, religiosa en los marcos católicos romanos, es decir, por medio del abandono gradual de la cultura étnica nativa – opción esta que nutre sus raíces en el ideario de la intelectualidad y élites que gobernaban el país desde el siglo XIX, cuando comenzó la implementación de políticas públicas de cara a forjar una identidad nacional.
IHU On-Line – ¿Además del Concilio Vaticano II, de qué modo el Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM y la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada, en 1968, en Medellín, Colombia, influenciaron el pensamiento de Don Samuel Ruiz y su relación con los indígenas?
Igor Luis Andreo – La tímida y gradual toma de conciencia por parte de la Iglesia latinoamericana acerca de la realidad referente a las culturas indígenas es posible de ser captada a través de conferencias y encuentros. En abril de 1968, Samuel Ruiz participó en uno de estos eventos, el segundo encuentro patrocinado por el Departamento de Misiones del CELAM, que sirvió como preparación a la Conferencia de Medellín, y fue realizado en Melgar (Colombia).
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La iglesia mexicana de ese período todavía mantenía pocos contactos con representantes del clero de otras regiones latinoamericanas y, de esta manera, muchas cuestiones que venían siendo debatidas en otros países eran desconocidas en México. Así, el impacto causado en Samuel Ruiz por lo que vivenció en Melgar puede ser considerado como una ruptura en su manera de concebir la evangelización de los indígenas, y, consecuentemente, el hito que inició el proceso de transformación de la actitud y trabajo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Conclusiones del Encuentro de Melgar
En las conclusiones del Encuentro de Melgar, se afirmó la pluralidad cultural Latinoamericana, señalada como un aspecto fundamental de la problemática misionera y la necesidad de que los diferentes grupos culturales fueran integrados a la vida nacional, lo que "[...] se entiende, a menudo, desafortunadamente, más como una destrucción de sus culturas que como el reconocimiento de su derecho a desarrollarse, a enriquecer el patrimonio cultural de la nación y enriquecer se con él".
Como consecuencia teológica de esa pluralidad característica de América Latina, las conclusiones logradas en Melgar orientan una valorización de la historia cultural (lenguas, costumbres, instituciones, valores y aspiraciones) de cada pueblo y de la diversidad cultural en la Iglesia Católica, "[...] que se manifiesta y se expresa en la fe y en el lenguaje cultural de las Iglesias locales [...]".
En otra parte de las conclusiones, se afirma que la promoción humana por parte de la iglesia no implica, necesariamente, la creación de instituciones propias, "mas bien una acción que ayude las comunidades indígenas a asumir su propia responsabilidad, evitando todo paternalismo [...] Es fundamental que la presencia misionera de la Iglesia respete las diversas culturas y las ayude a evolucionar según sus propias características, abiertas al intercambio con otros grupos culturales. También se reconoce que las culturas autóctonaspresentan características marcadamente sacrales y, si están sometidas a recibir el impacto de la civilización técnica y de la secularización, entonces, hay que prepararlas para que tal impacto no las desintegre".
Además, para la "promoción humana", mencionada constantemente en los documentos, hace énfasis en el necesario seguimiento de estudios apoyados en las Ciencias Sociales, sobre todo antropológicos y lingüísticos. El pensamiento socio-teológico de Samuel Ruiz fue profundamente marcado por las conclusiones del Encuentro de Melgar. Desde este encuentro, partiendo de la premisa de que, puesto que Dios quiere la salvación de todos los hombres, entonces, Él, de algún modo, está presente en todo y cualquier grupo humano, y, por lo tanto, en lugar de anunciar Cristo a los indígenas, el papel del evangelizador debe ser descubrir Dios encarnado en la historia y, consecuentemente, en la cultura de aquellas comunidades, Samuel Ruiz pasó a estimular una catequesis que buscaba respetar la lengua y la forma de ser de las comunidades indígenas.
Samuel Ruiz: uno de los siete obispos de latinoamericanos que presentaron ponencias en Medellín
Además, en virtud de una serie de acontecimientos fortuitos, Samuel Ruiz resultó por ser uno de los siete obispos de toda América Latina invitados a disertar en Medellín. La preparación para su Conferencia lo llevó a conocer y adherir a las reflexiones teológicas construidas desde el contacto con las teorías de la dependencia, sin embargo, apropiándose de ellas de manera creativa.
Así, entendemos que el aprendizaje más más contundente proporcionado por Medellín para el pensamiento de Samuel Ruiz fue lo de la percepción de miseria encontrada en las comunidades indígenas no era producto de algo individual, sino más bien, un asunto estructural, sistémico y, por lo tanto, cualquier tipo de asistencia social paternalista e intento de integración a la sociedad nacional mestiza y "moderna" no podrían resolver- sino incluso podrían exacerbar - las precarias condiciones de vida en las cuales se encontraban los indígenas. Atinó sobre la necesidad de la participación de la Iglesia en acciones socio-políticas y pasó a sostener que era necesario concientizar a los indígenas de su propia historia de opresión.
Sin embargo, esto no significó que el obispo de San Cristóbal simplemente abandonó su bagaje familiar y formación teológica. A pesar de haber incorporado algunos de sus elementos característicos, nunca sustento el marxismo. Por otra parte, la propia realidad indígena con la que se lidiaba en Chiapas, dificultaba la adopción integral de explicaciones que redujeran la complejidad de lo real a los aspectos económico-estructurales.
Así, el tema dominante en el pensamiento de Samuel Ruiz García se convirtió en la "encarnación" de la teología en las culturas indígenas, sin embargo, sin olvidar la necesidad de combatir la opresión a las comunidades, tanto la opresión, material, como la cultural, en la que la propia Iglesia tenía un papel preponderante al imponer, a través de evangelización, un sistema cultural externo.
IHU On-Line – ¿En qué consistió el discurso de Don Samuel Ruiz en la Conferencia de Medellín?
Igor Luis Andreo – Por haber estado en Melgar, Samuel Ruiz fue invitado para otro encuentro preparatorio a la Conferencia de Medellín. En este nuevo encuentro, el arzobispo Marcos MacGrath, de Panamá, que era el vice-presidente del CELAM, le hizo un resumen de las contribuciones y le pidió las transcribiera.
Posteriormente, este texto fue atribuido a Samuel Ruiz, ignorando que las indicaciones eran del arzobispo de Panamá. Fue a consecuencia de este malentendido que el obispo de Chiapas fue invitado a disertar en la Conferencia de Medellín, sobre la actividad misionera en territorios indígenas.
Sin embargo, sus profundizaciones sobre cuestiones étnico-teológicas y las acciones del obispo en este sentido, después de la Conferencia de Medellín, gradualmente, lo convirtieron el principal y exponente jerárquico de la búsqueda de la "encarnación" del catolicismo en culturas nativas, en el propósito de formación de iglesias autóctonas, o sea, en términos generales, conformadas a partir de la idiosincrasia étnica-cultural de sus propios fieles locales, lo que, entre otros factores , dio origen a la llamada "Teología Indígena", condenada por el Papa Bento XVI, en el año 2006, que, siendo cardenal y presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la década de 1980, había jugado un papel fundamental en los procesos de desmantelamiento jerárquico de la Teología de la Liberación.
IHU On-Line – ¿Cuál es el significado de la visita del Papa Francisco a la tumba de Don Samuel Ruiz, en su programa en Chiapas?
Igor Luis Andreo – La caída del muro de Berlín, a fines de la década de 1980 y, sobre todo, el fin de la Unión Soviética, al inicio de la década 1990, fueron hitos que llevaron a la culminación del proceso de desmantelamiento de la Teologia de la Liberacióniniciado sistemáticamente, en el Pontificado de João Paulo II (1978-2005), pero que no llevaron a su completa extinción, una vez que existen bastiones que continúan reivindicando, con nuevos ropajes, sus vínculos con la Teología de la Liberación.
Por otro lado, hay atisbos recientes de que el Vaticano, bajo el primer pontificado de un latino-americano (iniciado en 2013), el argentino Jorge Mario Bergoglio, que adoptó el nombre de Papa Francisco, puede haberse vuelto menos refractario e incluso "simpático" a la renovada Teología de la Liberación.
La visita a la tumba de Don Samuel Ruiz, quien, además de su papel pionero en el desarrollo de la Teología Indígena, es más reconocido socialmente por su papel como mediador en las negociaciones entre el Estado mexicano y los representantes del movimiento social del "Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (EZLN)" - movimiento con bases y liderazgos mayoritariamente indígenas mayas, que se mostró al mundo en 1994 al tomar el control de diversas ciudades ubicadas en la misma región atendida por la Diócesis dirigida por Samuel Ruiz desde 1960 – puede considerarse más un paso simbólico significativo rumbo a la aceptación jerárquica de un catolicismo comprometido sociopolíticamente en favor de las capas explotadas por el sistema capitalista y, sobre todo, de valoración de la diversidad étnica-cultural en el seno de la institución católica.
IHU On-Line – ¿Desea añadir algo más?
Igor Luis Andreo – Las informaciones presentadas en todas las respuestas fueron tomadas y pueden ser consultadas, de forma más amplia, en mi libro "Teologia da Libertação e cultura política Maia Chiapaneca: o Congresso Indígena de 1974 e as raízes do Exército Zapatista de Libertação Nacional” (Editora Alameda/ FAPESP, 2013).
(Por Patricia Fachin)

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