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miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Cómo ve China a Rusia y a EU?: la nueva tripolaridad global, según China


Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, al presidir el foro Internet-Economía, ayer en MoscúFoto Ap



El punto de vista de Fu Ying –ex vicecanciller y hoy presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso Nacional del Pueblo de China– es de trascendencia geoestratégica cuando se avizora una imperativa cuan inevitable tripolaridad global entre Estados Unidos (EU), Rusia y China.
La notable diplomática juzga que cuando las relaciones de Rusia con EU y los países de Europa occidental (sic) se han vuelto frías, los lazos relativamente cálidos entre China y Rusia han atraído renovado interés, ya que pueden “evolucionar en una alianza (http://goo.gl/zNN7pH)”, lo cual ha sido enfatizado por académicos y periodistas de Occidente.
Desde el fin de la guerra fría existen dos principales puntos de vista que definen la evaluación occidental de las relaciones de China y Rusia: 1) son “vulnerables, contingentes y marcados por incertidumbres: un matrimonio de conveniencia que puede llevar a la separación; y 2) los factores estratégicos y aún ideológicos de China y Rusia formarán eventualmente una alianza antiestadunidense, antioccidental ya que Rusia y China ven a EU como un posible obstáculo a sus objetivos.
A su juicio, ninguna de las dos captura con precisión la verdadera naturaleza de la relación de China y Rusia: una asociación (sic) estratégica estable (sic) que es compleja, robusta y enraizada profundamente, cuando los “cambios en las relaciones internacionales desde el fin de la guerra fría los han acercado más”.
Señala que algunos funcionarios y analistas occidentales han especulado (y quizá aún anhelado) que los conflictos en Siria y Ucrania, en que los que Rusia se ha involucrado profundamente, llevarían a tensiones entre Pekín y Moscú y aún a una ruptura, lo cual no ha  sucedido.
Existe una tercera vía china que se acerca a Rusia sin alejarse demasiado de EU, ya que China no tiene interés en una alianza (¡supersic!) con Rusia, ni en formar un bloque anti-EU o anti-occidental de ningún genero.
Es fascinante la sinopsis histórica de Fu Ying sobre la relación de China con la ex URSS y ahora con Rusia desde el fin del siglo XIX, salpicada frecuentemente por rivalidad y desconfianza.
No lo dice, pero no se puede soslayar la labor de socavamiento de las visitas de Kissinger y Nixon al Gran Timonel, Mao Tse-Tung, a inicios de la década de los setenta que trastocaron la correlación geoestratégica en el planeta al confrontar a China con la ex URSS.
En forma muy elegante critica el extravío atlantista de Rusia que nació de la sepultura de la ex URSS y que con el objetivo de ganar la confianza y ayuda de Occidente, Rusia siguió las prescripciones occidentales para sus reformas económicas, e hizo también concesiones  (¡supersic!) en temas de suprema seguridad, incluyendo la reducción de su arsenal estratégico de armas nucleares, lo cual resultó en un soberano fracaso, ya que desde 1992 la OTAN aceleró su expansión a las fronteras de Rusia, hasta cuando los rusos empezaron a tener mayor atención en Asia. ¡Qué ingenuidad!
A partir de entonces, tanto por default como por necesidad de supervivencia, las relaciones de China y Rusia han mejorado y se han profundizado en forma gradual cuando en los pasados 20 años las inversiones y el comercio bilaterales se han expandido a escala masiva.
Los lazos económicos son estratégicamente estructurales, ya que a inicio de los noventa, el comercio bilateral anual entre ambos era de 5 mil millones de dólares, mientras en 2014 era cercano a 100 mil millones de dólares: ¡20 veces más en un cuarto de siglo!
No podía pasar desapercibido el acuerdo mayúsculo de la construcción del megagasoducto ruso que abastecerá a China con 38 mil millones de metros cúbicos cada año a partir de 2018, sin contar su complementariedad geoeconómica desde la manufactura aeroespacial pasando por el banco chino de infraestructura e inversiones (el AIIB) hasta el nuevo banco de desarrollo del BRICS, con su canasta de reserva de divisas.
Fu Ying se preocupa de las intenciones de las alianzas militares de EU en la región Asia-Pacífico desde que Washington anunció su política de pivote para contener a China, lo cual establece un “camino peligroso (sic), reminiscente de la política de bloques de la guerra fría”. Sustenta que algunos académicos en China insisten en que China y Rusia deberían considerar formar un bloque para contrarrestar la hostilidad unilateral de EU, cuando China no prosigue alianzas o bloques ni Rusia intenta formar un tal bloque.
A mi juicio, no es que Rusia y China favorezcan crear un bloque, pero, lamentablemente, la política confrontativa de EU –que no acepta haber perdido su hegemonía global–, los orilla a ello.
Fu Ying no lo expresa abiertamente, pero se pronuncia por el imperativo nuevo orden tripolar entre EU, Rusia y China: existen tres lados (¡supersic!) para cada narrativa, cuando su relación se parece a un triángulo escaleno, en que la mayor distancia de los tres puntos se encuentra entre Moscú y Washington, y en el que las relaciones de China y Rusia son las más positivas y estables.
Aduce que las relaciones de EU y China han tenido frecuentes alzas y bajas, mientras las relaciones de EU y Rusia se han vuelto muy tensas, debido a que Rusia ahora tiene que contender con significativas sanciones de EU”.
Enuncia que tanto Pekín como Moscú objetan el uso de la fuerza de Washington, así como la imposición de sanciones a otros países y la doble moral de EU.
Atempera que desde la perspectiva china, la relación tripartita (¡supersic!) no debe ser considerada un juego en que dos jugadores se alían contra un tercero, ya que EU y sus aliados pueden interpretar los lazos mas íntimos entre China y Rusia como evidencia de una protoalianza que intenta interrumpir o desafiar el orden mundial encabezado por EU. ¡La inevitable tripolaridad y la teoría de juegos de Von Neumann!
Fu Ying comenta racionalmente que el sano desarrollo de las relaciones de China y Rusia no busca dañar a EU, por lo que Washington no debe buscar influenciarlas, así como tampoco la cooperación de China con EU (¡supersic!) no será afectada por Rusia ni por las tensiones entre Moscú y Washington.
Asienta su axioma tripolar: se debe consolidar el orden global entre las tres superpotencias que aminore el riesgo de que el mundo descienda a un conflicto de superpotencias y a la guerra.
Fu Ying no concedió relevancia a la Unión Europea en plena delicuescencia.
Los máximos geoestrategas vivientes de EU, el nonagenario Kissinger y el octogenario Brzezinski sueñan con un G-2 de EU y China –que Pekín desdeña– con el fin de alejarla de Rusia.
Para Kissinger, las civilizaciones de China y Rusia son incompatibles (http://goo.gl/4qsyl9),  mientras Brzezinski se refocila de que China y Rusia difieran en Ucrania, cuando la expansión de China a Asia Central, en la periferia rusa, incomoda a Putin (http://goo.gl/M2nlSJ).
Kissinger y Brzezinski no asimilan aún la imperativa cuan inevitable tripolaridad global a la que se han adelantado Rusia y China, al borde del precipicio nuclear al que los ha conducido la inviable unipolaridad de EU.
Twitter: @AlfredoJalifeR_
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