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lunes, 26 de mayo de 2014

Un nuevo gobierno en el mismo régimen


El Salvador


En la relación entre gobierno y Estado, los seres humanos entendemos al gobierno, lo pensamos y hasta lo vemos porque en ocasiones conocemos los nombres de los funcionarios y empleados que asumen como gobierno; pero no ocurre lo mismo con el Estado, esta es una idea poderosa que se refiere a un orden y a un poder que contiene el juego real que se juega en una sociedad y las reglas con las que se juega ese juego. Estas reglas están contenidas en la Constitución y el juego está contenido en la sociedad donde tiene que ver con los poderes reales que se mueven en la misma y la determinan y la moldean de acuerdo a las correlaciones de fuerza.

Los gobiernos se suceden unos a otros, el Estado se mantiene en una relación que no siempre está al alcance de la mirada de las personas. El Estado determina, en buenas cuentas, la vida humana, así ocurre hasta que la relación entre este Estado y el poder del mercado se desequilibra totalmente hasta llegar al momento actual, en donde el poder del Estado sobre la sociedad es sustituido por el poder del mercado sobre la sociedad y sobre el Estado mismo.

En el mundo de hoy esta realidad se expresa en el poder independiente de las grandes empresas planetarias con respecto a sus Estados de origen, ocurre que estas empresas diseñan y aplican sus propias políticas con independencia de sus Estados y son los que deberán someter sus intereses a los de estas empresas. Así se definen actualmente los puntos neurálgicos de la situación internacional. Así hay que entender los acontecimientos de Ucrania, Siria y Venezuela.

Nuestro país cruza el momento más oscuro de su historia por la ausencia de caminos y de rutas y, sobre todo, por la especie de anomia social que paraliza el ánimo de la sociedad.

Aparentemente estamos frente al fin de un gobierno y el inicio de otro y esto, en todo caso, es la continuidad sistémica de un saludable régimen; pero es aquí precisamente donde aparece una problemática muy determinante a partir de que la crisis de nuestro país exige un cambio de régimen que equivale a un cambio de orden.

El orden es el conjunto de leyes, decretos, reglamentos, resoluciones, acuerdos, políticas y providencias orientadas a mantener intacta una determinada realidad y así, orden y realidad se defienden mutuamente. Pues bien nosotros necesitamos para sobrevivir construir una nueva realidad y esto requiere de un nuevo orden, precisamente de aquel que ponga en el centro la participación y decisión de la gente. es decir, de las mayorías, es un cambio de intereses dominantes lo que puede determinar el avance hacia ese nuevo orden.
El régimen político actual garantiza que el orden ni cambie ni se modifiquen y que la realidad permanezca inalterada. Como podemos ver todo gobierno que se arrope con las mismas palabras, la misma economía, el mismo poder, el mismo proyecto, el mismo discurso que los gobiernos anteriores, resulta ser simple continuación de esos gobiernos y también ese régimen.

Una parte de la población tiene esperanzas en que algo cambiará favorablemente y estos son sin duda los que votan a favor de un candidato, otra parte está mirando que el nuevo gobierno se afana y se ufana de su conversación con la cúpula empresarial, de su entendimiento con el Banco Mundial y el FMI, de su reunión con el Secretario de Estado estadounidense y todo esto es ante los ojos sociales un poco más de una historia ya conocida.

Para nuestro país las cosas no están pintadas con primor, más bien nos estamos moviendo dentro del desastre y del derrumbe del antiguo Estado Oligárquico, vivimos ya bajo el control de poderes extra estatales e inter mercados y cualquier gobierno interesado en hacer cosas diferentes, debería saber que la primer diferencia a establecer es la de definir para quien y en beneficio de quien va a gobernar ese gobierno. Hasta ahora el gobierno entrante parece interesado en entenderse con las cúpulas empresariales y no con los sectores populares y estas cúpulas, con una cabeza muy oligárquica tienen muy claro que no puede haber ningún entendimiento en nada relacionado con justicia tributaria, con salario justo, con respeto al medio ambiente, con respeto a derechos humanos, con control de actividades transnacionales y con nada que signifique un nuevo juego ni mucho menos con nuevas reglas.

Un entendimiento en estas condiciones y términos equivale a una entrega y renuncia a todo previsible atisbo de buenas intenciones que pudieran existir en el nuevo gobierno.

Mientras esta cocina sigue hirviendo a fuego lento, la vida de los seres humanos se consume en inmensas llamas, de crisis, de sangre y de miedo.

Nunca como hoy la acción popular ha sido tan necesaria, y nunca como hoy las vendas en los ojos y en la mente han sido tan peligrosas.

Las campanas que enmudecen están esperando por los campaneros y no hay tiempo que perder.

Dagoberto Gutiérrez es firmante de los Acuerdos Políticos que finalizaron la guerra civil de El Salvador y fue comandante de la guerrilla. Miembro de la Tendencia Revolucionaria Salvadoreña. 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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