Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

martes, 20 de agosto de 2013

Entrevista a Julian Ichim: un activista político canadiense en la “maravillosa Tierra de la Libertad”


Erasmo Magoulas (especial para ARGENPRESS.info)

“Desde que comencé mi actividad política, he sido arrestado por ello más de 35 veces, mi teléfono fue pinchado, mis correos vigilados, y las organizaciones donde he trabajado han sido infiltradas”.

E.M. Con 35 años de edad, tú llevas casi 20 en el activismo político y social en Canadá. Háblame de tus comienzos como activista en éste país.

J.I. Yo crecí en el seno de una familia pobre que llegó a Canadá desde un país de la Europa oriental. Mis dos padres, aún con educación universitaria ambos, tuvieron que hacer trabajos de limpieza para mantener a sus seis hijos en una casa de dos dormitorios. Durante mi noveno año escolar yo trabajé en un proyecto de estudio histórico sobre el FLQ (Frente de Liberación de Québec 1963-70), un grupo político-militar que estaba luchando por la independencia de Québec y por el socialismo. Mientras profundizaba mi conocimiento del caso, fui comenzando a desarrollar una gran comprensión de los análisis políticos, ideológicos, de nacionalidad y antropológicos del FLQ. Mi proyecto obtuvo una “F” la evaluación más baja, por que mi análisis no correspondía con la visión que sobre el tema tenía la dirección de mi escuela.

Comencé a interesarme cada vez más en los análisis de clase. ¿Por qué en una de las más ricas naciones del planeta, existe pobreza y aún miseria? ¿Por qué la gente que vivió aquí desde siempre (las Primeras Naciones y otras culturas nativas), vive hoy sin agua corriente, mientras algunos de los hijos de los colonizadores viven en mansiones? Estaba claro que la cosa no pasaba por trabajar duro o ser un buen muchacho, mucha gente en este país trabaja muy duramente, pero no llega a ninguna parte, era obvio que dentro de ésta Nación había otras naciones, y aquellos que eran ricos, no lo eran por algún designio misterioso del Cosmos, si no por que se lo habían robado a mucha otra gente que vive en éste país y a otra mucha que vive en otros.

Moverse de la teoría a la praxis fue casi natural, y eso trajo como consecuencia inmediata ser atacado por un grupo neo-Nazi. Ocurrió frente de mi escuela secundaria, fui golpeado brutalmente mientras los profesores no hicieron nada. Una semana más tarde yo con un grupo de amigos nos unimos a una red anti-fascista para defender nuestro barrio, y de allí salieron otras situaciones que movilizaron a nuestra comunidad, para encontrar soluciones a otros problemas.

E.M. Parte de tu activismo en la política canadiense está relacionado con el desarrollo de la conciencia social de la población joven, sobre el tema de los ajustes estructurales del neoliberalismo contra los derechos a la salud, educación y servicios sociales. ¿Cómo fueron los comienzos con las organizaciones juveniles en Ontario, y como está la situación en el presente?

J.I. El motivo de organizar grupos juveniles no fue sólo el combate contra los recortes y la lucha contra los ataques a nuestros derechos sociales, si no también crear una alternativa al “Estado proveedor”. Eso lo hicimos en ciertas áreas de la enseñanza, y la alimentación. Eso fue posible con la creación de nuestro propio espacio, el primer centro juvenil canadiense, donde nosotros discutimos los problemas y llegábamos a soluciones.

El Estado trató de etiquetarnos como criminales antisociales y requisó nuestro centro en forma regular. Estos ataques por parte de la policía demostraban la certeza de nuestros análisis, que el Estado no quiere soluciones, sino una situación de crisis en la cual pueda intervenir y entonces imponer sus propias soluciones. En otras palabras el Estado no quiere que nosotros seamos actores políticos.

Dentro de este encuadre de análisis y acción, nosotros participamos con otros movimientos opuestos a los recortes neoliberales, no con la intención de retornar a la economía keynesiana del “Estado de bienestar”, si no para que la misma gente pueda ser partícipe de las decisiones.

Por la falta de análisis de este tipo por parte de los líderes sindicales, enormes movimientos como los de los días de acción –finales de 1996- contra el derechista Gobernador de Ontario Mike Harris, fracasaron.

La traición (por parte de los sindicatos amarillos y algunos partidos llamados progresistas) de las movilizaciones masivas contra el neoliberalismo en Ontario, ha creado dos situaciones, la primera una desilusión con los partidos políticos y el sindicalismo burócrata y una segunda, el espacio para un análisis y una política más radical. Este movimiento de movilizaciones masivas fue liderado por jóvenes y también por trabajadores, como los pertenecientes al local 1005 de la ciudad de Hamilton, Ontario.

De cualquier manera, la traición al movimiento contra Mike Harris, por parte de los líderes sindicales, creó un clima de desilusión y una idea cínica en mucha gente con respecto a lo político. La implementación de las mismas medidas neoliberales por parte del nuevo Premier de Ontario, Dalton McGuinty, del Partido Liberal, dejaron en muchos la idea de que no valía la pena hacer nada, mas que aceptar las medidas de reforma estructural. El crecimiento de la desesperanza y el creciente desempleo, llevaron a muchos por el camino del consumo de drogas, el cual es un problema en aumento. En el último año, solamente en Kitchener, una ciudad de 300 mil habitantes en el S. O. de Ontario, la heroína fue declarada una epidemia por el número de muertes a causa de su consumo. A pesar de esto, hay un creciente descontento con el sistema entre los jóvenes, quienes ven que no tienen futuro, y la memoria de las luchas pasadas es como combustible para pensar las futuras. Después de todo fueron los jóvenes quienes estuvieron en la primera línea de combate durante la reunión del G20 –finales de Junio del 2010-, y son ellos los que están creando solidaridad con las luchas de los pueblos indígenas y con las luchas del Tercer mundo.

E.M. ¿Cómo evaluarías el proceso de deterioro del “Estado de bienestar” en Canadá y particularmente en la Provincia de Ontario a través de estos últimos 20 años?

J.I. Uno sólo necesita caminar las calles de una ciudad canadiense para darse cuenta del deterioro económico y social. Las fábricas que empleaban a gran número de gente en Kitchener, una ciudad que otrora fuera industrial, de la Provincia de Ontario, hoy están cerradas. Muchos comercios tienen que cerrar por falta de ventas. Los refugios para los “sin techo” tienen todas sus plazas ocupadas constantemente. La educación superior es inalcanzable para la mayoría de los jóvenes, y los que logran alcanzarla, quedan con una deuda financiera monstruosa. Se podría decir que la mano de Adam Smith es tan invisible que no se ve, por lo menos para solucionar los problemas.

Beneficios que hace unos años la gente los consideraba hechos inamovibles, como las pensiones y los contratos colectivos de trabajo, hoy los ve desaparecer, y no sólo para los trabajadores manuales, si no también para los trabajadores de la educación, por ejemplo. Los sindicatos son actualmente organismos sin fuerza ni vocación para defender los intereses y los derechos de sus afiliados. El año pasado se dio un caso paradigmático del poder del capital con respecto al trabajo; en la ciudad de London, Ontario, la empresa Caterpillar cerró sus instalaciones, porque los trabajadores se negaron a aceptar 50 % de reducción en sus salarios. Hoy la única seguridad para el trabajador o el desempleado es la lucha.

El hecho es que el gobernante Partido Liberal se vio forzado a detener algunos de los recortes en el área social, por que la gente se movilizó y luchó para frenar las medidas neoliberales.

E.M. Tu activismo político y social en Canadá comenzó prácticamente con la desaparición del bloque de países del Este europeo, del llamado Socialismo real. Tiempos difíciles para apoyar ideas socializadoras. El movimiento Zapatista, la solidaridad con la Revolución cubana, el bolivarianismo, y los nacionalismos populares, entre otros fenómenos políticos, trajo cierta esperanza a la izquierda revolucionaria. ¿Cuánto de estos movimientos nacionalistas-populares y revolucionarios marcaron una influencia en tu pensamiento clásico del marxismo?

J.I. El colapso de la Unión Soviética ha demostrado en concreto el fracaso del capitalismo. Desde que F. Fukuyama ha declarado que la humanidad ha alcanzado el fin de la historia, uno ha visto más y más luchas revolucionarias de las masas, probando que su teoría estaba equivocada. En la Europa del Este las promesas del capitalismo terminaron siendo una pesadilla para la mayoría de la población de ese continente.

Mi pensamiento político siempre ha estado influenciado por los movimientos de liberación nacional, particularmente los de América Latina. La Cuba revolucionaria durante el “Período especial” ha probado al mundo entero que hay un remedio alternativo a las amargas recetas del Fondo Monetario Internacional. Con la pérdida del 80% de su capacidad de intercambio comercial, el incremento de las medidas genocidas del bloqueo estadounidense, nadie en la Isla fue abandonado a su suerte, y la niñez fue la población más protegida. Todo lo contrario podríamos verlo en el caso Argentino durante los gobiernos de Menem y la Alianza (Fernando de la Rua), cuyas medidas económicas dictadas por los organismos financieros internacionales llevaron al colapso económico y social de ese país.

La Revolución bolivariana como los movimientos nacionales y populares en otros países de A.L., son la continuación histórica de las luchas de Bolívar, Martí, y tantos otros, contra la Doctrina Monroe, la Enmienda Platt y demás proyectos colonialistas. Como revolucionarios del Primer mundo nuestra obligación es apoyar todos los movimientos que apunten a derrotar el yugo colonial.

El mismo Marx hablaba acerca de cómo la acumulación de la riqueza de los Estados Unidos vino de la explotación de los recursos de los países de su área de influencia y neo-colonias. Cualquiera que crea en la lucha de clases dentro de un país en particular, también debe creer en la lucha de clases entre países.

E.M. ¿Cómo ha sido tu relación con los aparatos represivos del Estado (policía y servicios de inteligencia) desde que tú comenzaste tu trabajo como activista político y social? También me gustaría saber tu relación con el aparato de adoctrinamiento, los medios corporativos, las escuelas, universidades e iglesias.

J.I. Desde que yo comencé mi trabajo político-social fui arrestado más de 35 veces, con sólo una condena, mi teléfono ha sido pinchado, mis correos vigilados y mis organizaciones infiltradas. Desde 1996 hasta el 2006 yo he estado en la cárcel o con arresto domiciliario. La mayor parte del tiempo estuve esperando la fianza y en condiciones que me prohibían cualquier actividad de organización o asociación con personas con actividad política.

En ese tiempo muchas de las victorias que logramos fueron a través de la acción directa contra los aparatos de represión, la no negación – o mejor dicho la afirmación - de los principios. El aparato represivo busca que los activistas renieguen de sus principios, para desmoralizarlos y convertirlos en provocadores sin principios ideológicos. Nosotros tenemos el derecho de ser activistas políticos y si hay por parte del Estado intentos de arrebatarnos ese derecho, debemos pelear para defenderlo.

En relación con otras instituciones nosotros hemos colaborado en determinados casos, y hemos negado colaboración en otros, por ejemplo hemos colaborado con ciudades como la de Stratford, S.O. de Ontario (con una población de 30 mil habitantes), en la implementación de programas juveniles contra las drogas, pero cuando el caso fue brindar apoyo a las Olimpiadas del 2010, las cuales destruían tierra sagrada de los nativos canadienses, nuestros principios anticolonialistas nos forzaron a estar del lado de los nativos, y oponernos firmemente a ese proyecto.

E.M. Canadá es conocido internacionalmente como el país de la libertad, algunos hasta dicen que esa libertad se disfruta en proporciones exageradas. Posiblemente esto es así porque muy poca gente en Canadá ejercita su derecho a la protesta, o su derecho a organizarse alrededor de una misma demanda, queja o disconformidad social, económica o política, u organizarse por los abusos del poder, especialmente en tiempos como este, donde el “Estado de bienestar” da un paso atrás ante las demandas cada vez más antipopulares de las corporaciones y las élites financieras. ¿Cómo has disfrutado tus derechos a la libertad de actividad política, de organización, de circulación, etc. durante estos años de activismo?

J.I. Es difícil de explicar. Cuando alguien golpea mi puerta lo primero que pienso es que es la policía que viene a arrestarme, por algo que supuestamente pude haber hecho meses atrás.

Tus amigos y camaradas pueden darse vuelta en contra tuyo como informantes. Se te va restringiendo la circulación de determinadas áreas de la ciudad, hasta que prácticamente no puedes salir de tu domicilio, sin ser arrestado.

La libertad es algo relativo. Tú eres “libre” hasta el momento que tú comienzas a pensar diferente o eliges actuar acorde a tus principios. Si yo no creyera en el triunfo de nuestra causa, y si yo no hubiera visto los sacrificios de mucha gente en favor de mi defensa, al costo de la seguridad de ellos mismos, yo definitivamente hubiera sido otra persona.

E.M. Tu activismo, casi desde el principio te llevó al terreno de la solidaridad internacional con movimientos como el nacionalismo revolucionario vasco, y el movimiento de soberanía del pueblo de Irlanda del Norte, los grupos de apoyo a la Revolución cubana y especialmente en la última década la solidaridad con los 5 Héroes cubanos. Cuéntame más acerca de este trabajo de solidaridad, y que significa ser un activista en favor de éstas causas desde Canadá.

J.I. El Che Guevara una vez dijo, “Envidio a los activistas que viven en Norteamérica, por que ellos viven en la panza del monstruo y pueden luchar contra él desde adentro”, parodiando las palabras de Martí “Conozco al monstruo porque he vivido en sus entrañas”. Nosotros aquí en el Primer mundo tenemos la obligación de apoyar a aquellos que están resistiendo y luchando contra los sistemas de opresión que benefician a los países altamente desarrollados. Como revolucionarios nosotros debemos ser internacionalistas no sólo de palabra, si no que con la misma energía que luchamos por nuestros derechos, debemos luchar por aquellos que arriesgan su vida frente a la alianza imperialista internacional, de la cual Canadá es parte.

Nosotros estamos luchando contra el mismo enemigo, el colonialismo y el imperialismo, y la derrota del imperialismo en cualquier parte le da un golpe muy fuerte a la maquinaria que esclaviza, a muchos seres humanos, en todo el mundo. Cuantos más policías me persigan a mi, menos habrá para disparar contra activistas por los derechos de las Primeras Naciones, cuantos más “marines” desembarcan en Irak menos estarán preparados para invadir A.L.

Norteamérica ha tenido su bota de colonizador sobre el cuello de muchos pueblos por mucho tiempo, es nuestro deber cambiar esa situación, para que los pueblos decidan su futuro por si mismos.

E.M. Tu activismo social y político no sólo ha sido blanco de ataques por parte de los organismos represivos del Estado canadiense, si no también por parte de grupos de extrema derecha. ¿Cómo has visto a través de estos años, la posible vinculación entre estos grupos y las fuerzas policiales?

J.I. Cuando comenzamos nuestro trabajo político, nuestros principales enemigos fueron los grupos fascistas. Sólo con la creación de una alternativa, el centro juvenil, y usando éste como lugar de formación social y mostrándole a la gente quien era nuestro enemigo, nosotros estuvimos en condiciones de movilizar a la comunidad y desplazar a los grupos fascistas. En este punto era obvio que los organismos policiales no sólo toleraban a los gruos de extrema derecha sino que los apoyaban.

E.M. Cuéntanos sobre los cargos que deberás enfrentar en Septiembre de este año, y también me gustaría saber algo más sobre la historia de tu proceso judicial en estos últimos 10 años.

J.I. Creo que he dicho bastante sobre esto, pero para ampliarlo los lectores pueden dirigirse a este sitio:http://julianichim.wordpress.com/2013/07/22/the-political-persecution-continuesmy-next-court-date/

E.M. ¿Cómo el poder judicial canadiense bloquea el activismo social y político y hace difícil la vida de los activistas anti-sistema?

J.I. Te brindare una panorámica sobre la criminalización del activista político y social desde el mismo momento del arresto, y como esto impacta en su vida.

El oficial de policía te arresta, te esposa, te lleva a la estación de policía, allí te desnudan, te dicen que tienes que doblarte y toser, si el policía se siente muy “macho” se pone unos guantes de látex y hace una revisión completa de tu cuerpo.. Te ponen en una celda solitaria, en algún momento si eres una persona de suerte te darán un sándwich de algo. Al rato te sacarán para tomarte las huellas digitales, si te resistes, (muchos de nosotros lo hacemos), el policía con la ayuda de algún otro, te golpeará tus manos contra la mesa hasta que las abras. Serás llevado esposado frente al juez, si por cualquier razón tu caso es postergado, serás nuevamente esposado, metido en un vehículo con otros detenidos y otra vez vuelto a la comisaría, donde comenzará nuevamente el denigrante proceso de revisión de tu cuerpo desnudo. Te meterán en una celda con delincuentes comunes que estarán dispuestos a darte una golpiza por el sólo hecho de tirar el agua del inodoro a una “hora incorrecta”. Cualquier cosa, aún algunos derechos, son un privilegio que se te puede retirar en cualquier momento. Cuando tú eres declarado inocente, nadie te devuelve lo que has perdido.


No hay comentarios: