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domingo, 24 de octubre de 2010

¿"Europa multipolar" o "eje París-Berlín-Moscú"?

Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un acto en MinnesotaFoto Ap

Antecedentes:

El Consejo de Relaciones Exteriores Europeo (ECRF, por sus siglas en inglés) –formado en 2007, a imagen y semejanza de su gemelo estadunidense con sede en Nueva York–, publicó un reporte de 80 páginas: El espectro de una Europa multipolar.

Perturba su sede matricial (Londres) y su paraguas intelectual excesivamente británico, de corte paleoatlantista neoliberal, tanto de su autor principal, Mark Leonard, como de varios de sus controvertidos miembros (Robert Cooper, Timothy Garton Ash, Anthony Giddens, Chris Patten, George Robertson, etcétera), además de israelíes filobritánicos (George Soros, Dominique Strauss-Kahn, Daniel Cohn-Bendit, etcétera) y otros fanáticos unimundialistas (Vaclav Havel, Dominique Moisi, Joschka Fischer, Wolfgang Munchau, etcétera).

El reporte gozó de relativa cobertura en la prensa británica: desnudamente favorable en The Financial Times (20/10/10) y levemente crítica en The Guardian (Simon Tisdall, 19/10/10).

Hechos:

Mark Leonard e Ivan Krastev, autores principales del reporte de marras, exploran el fin del movimiento unipolar de la Unión Europea (UE), que deberá edificar un triálogo informal de seguridad entre la UE, Rusia y Turquía.

Consideran que una guerra entre las grandes potencias es improbable (sic). Se infiere que se trata de la superpotencia nuclear: Rusia –con quien Estados Unidos celebró la exitosa perezagruzka (reactivación, ver Bajo la Lupa 11/3/09 y 24/2/10)–, y, más distantemente, China, consagrada a ganar la guerra geoeconómica, pero sin llegar a un conflicto bélico con Estados Unidos.

Aceptan a regañadientes que Estados Unidos y Rusia practican –a partir de la insonora pero muy efectiva perezagruzka– una compartamentalización de papeles respecto a Europa, lo que equivale a su marginalización de facto. Pues sí.

Aducen que el problema nodal de la UE reside en las instituciones existentes de seguridad, que fueron “incapaces de prevenir la crisis de Kosovo en 1998-99 (Nota: que estuvo a punto de detonar una guerra nuclear entre Rusia y la OTAN), desacelerar la carrera armamentista en el Cáucaso, prevenir los recortes del abasto de gas a Europa en 2008, prevenir la guerra ruso-georgiana o detener la inestabilidad en Kirguizia en 2010 –sin contar la ausencia de avances en la resolución de los conflictos congelados del continente”.

¿Por qué le incumbe la inestabilidad de Kirguizia a los europeos, que es más un asunto de Rusia y China, es decir, del grupo de Shanghai y/o del BRIC?

Cabe recordar que Bajo la Lupa (20/8/08) se atrevió a lanzar la hipótesis audaz de que el mundo había cambiado en Osetia del Sur –la cual resultó premonitoriamente correcta.

Refieren que los europeos fueron rápidos (sic) en saludar el ascenso del mundo multipolar, pero mucho más lentos (sic) en fijarse en la emergencia paralela de diferentes polos en su propio continente. Rusia, que nunca estuvo confortable con la expansión de la OTAN o la UE, es ahora suficientemente (sic) poderosa para reclamar abiertamente una nueva arquitectura europea de seguridad. Turquía, frustrada (sic) por la miopía de algunos miembros de la UE que bloquearon las negociaciones de su acceso, todavía (sic) desea integrarse a la UE, pero prosigue incrementalmente una política exterior independiente y busca un papel mayor.

¿Qué tan europeas son Rusia y Turquía? ¿No son, acaso, más bicéfalamente euroasiáticas?

Más que pretender europeizar a Rusia y Turquía, ¿no se estarán asiatizando los europeos?

Juzgan que Estados Unidos ha cesado (sic) de ser un poder europeo (sic) de tiempo completo, debido a que tiene las manos llenas lidiando con Afganistán, Irán y el ascenso de China.

Recalcan el desdén de Obama por la seguridad interna de Europa cuando no asistió al aniversario 20 de la caída del muro de Berlín.

Aseveran que aunque los europeos temen la marginalización en un mundo de potencias ascendentes –que los colocaría en la periferia cuando fueron el centro de la acción durante dos guerras mundiales y la guerra fría– dan por consumada la paz y se preocupan más por los riesgos a sus niveles de vida que a las amenazas tradicionales.

Pues este género de hiperpragmáticos europeos (paleoatlantistas neoliberales) más vale que relean su agitada historia, repleta de balcanizaciones, porque se pueden llevar algunas desagradables sorpresas ante las nuevas turbulencias del siglo XXI.

Esta cosmogonía muy sui generis de los paleoatlantistas neoliberales de la Europa posestadunidense, ¿claudica a defenderse y preferir en su lugar la protección militar de Rusia y Turquía?

¿A qué costo aceptarán Rusia y/o Turquía proteger a esta UE claudicante?

Ante la inexorable evolución multipolar juzgan que el precio (¡súper-sic!) se epitomiza en conservar unida (sic) a Europa, así como a una Rusia posimperial y a una Turquía europea cuando el momento es óptimo, ya que la penúltima desea modernizarse (sic) mediante su westpolitik y la última aspira a un papel regional.

El británico Simon Tisdall, de una escuela laborista diferente a la de sus connacionales paleoatlantistas neoliberales, evoca el problema álgido del blindaje misilístico (contra la supuesta amenaza iraní): puede detonar tensiones entre la UE y una OTAN en busca de redefinición y misión durante su próxima cumbre crucial en Lisboa.

Antes de sentarse al triálogo invocado por ECFR ya empezaron los problemas semánticos aparentemente insalvables sobre las definiciones de amenazas (como la iraní) tanto de Estados Unidos como de la UE.

Simon Tisdall cita al canciller turco Ahmet Davotoglu, quien no percibe amenaza alguna de Irán contra la OTAN.

Semih Idiz, comentarista del rotativo Hurriyet, citado por Simon Tisdall, coloca en relieve la brecha ideológica entre Estados Unidos y la UE (en menor grado) con Turquía respecto a Irán.

¿Limitaría Turquía su cooperación con Irán a cambio de su ingreso a la UE, como recomienda el analista otomano Sertac Aktan?

Por cierto, Gran Bretaña no fue convocada a la cumbre tripartita de Francia, Alemania y Rusia, celebrada en Deauville.

¿Se gesta tras bambalinas un eje París-Berlín-Moscú sin Turquía, ya no se diga sin Gran Bretaña ni el resto de Europa?

Stratfor (19/10/10), centro de pensamiento texano-israelí, considera que la cumbre tripartita de Deauville de complementariedad energética, económica y de seguridad rememora el Concierto de Europa, el sistema de Congreso diplomático entre 1815 y 1914 que, guste o disguste, proveyó al viejo continente de un siglo de paz.

Conclusión:

Se desprenden tres situaciones del polémico reporte ECFR: 1) la angustiosa orfandad de la UE, desdeñada por Obama; 2) la petición tardía para una nueva arquitectura de su seguridad bajo la protección de Rusia y Turquía; y 3) la notable ausencia de inversión militar europea propia para defender su hipermaterialismo hedonista, con el corolario de su claudicación.

El proyecto y trayecto de Europa se definirán entre Berlín (más proclive al eje tripartita) y Londres (más inclinado a la multipolaridad europea, que incorpora a Rusia y Turquía).

Ambos proyectos gozan con la insustituible Rusia como común denominador.

Al corte de caja de hoy, parece prevalecer el eje tripartita. Pero todo será más diáfano en la cumbre de la agónica OTAN en Lisboa.

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